Llovía, llovía una fina lluvia de
pensamientos, imágenes, recuerdos, ideas, visiones, retazos de sentimientos y
emociones, en el espacio sutil de una mente en busca de silencio.
El viento racheaba los corpúsculos
intangibles en múltiples direcciones, en un mundo multidimensional que se
resistía al mutismo.
Grupos de pequeñas gotas se
arremolinaban en torno a una figura que la brisa modelaba, hasta darle un
contenido más corpóreo que al resto. Aparecían así figuras en una lúcida
oscuridad que impregnaba la visión momentáneamente, para sucumbir un poco
después ante otro ente espectral que dominaba la escena por unos instantes.
El viento, caprichoso, parecía dibujar
las figuras que se mostraban en aquel universo incorporal mixtura de imagen y
sonido, formando remolinos, vórtices de extraña complexión alimentando, desde
las partículas más elementales, complejos sistemas de pensamiento.
Por un momento atemporal, la atención
se centró en uno de esos fragmentos en creación, en una molécula de
pensamiento, en lo que parecía una semilla vibrante destinada a prosperar en
ese cosmos atómico, nuclear. Y entonces sucedió. Algo más allá de lo observado,
contempló que aquél pensamiento; nítido, rotundo, concreto, no se estaba
verbalizado en ningún lenguaje, no constituía una frase, una reflexión, ni
tenía forma de oración, no estaba formulada en ningún sistema de comunicación
verbal conocido ni era tampoco una imagen, y sin embargo, contenía un mensaje
preciso pleno de significado.
El descubrimiento de este bosón
perdido que compartía o era parte de la sustancia de la que están hechos los
pensamientos, fue como un cometa en el cielo nocturno, surgió de una aparente
nada y volvió a ella después sin dejar rastro, como un hecho aislado en la
sutil cosmología mental.
¿Era un pensamiento semilla? ¿acaso el
pensamiento surge antes de que intervengan el lenguaje o la visión para
diseñarlo? ¿cómo podía un enunciado preciso expresarse sin la intervención de
la imagen ni la palabra?
Mundos dentro de mundos, en la cosmografía del
pensamiento humano, tan recóndita e inexplorada como las distantes estrellas y
astros de un firmamento repleto de galaxias y acontecimientos desconocidos, una
nueva subpartícula mental había sido hallada en el laboratorio de la mente.
2 comentarios:
Tus textos hay que leerlos con tiempo, no vale una lectura rápida porque seguro que se escapan matices, ideas, impresiones. Navegas por el mundo mental como quien lo hace por el océano.
Imágenes sin palabras hay, pero me pregunto si hay pensamientos sin palabras... Y si la palabra fuera primero ¿qué es la palabra entonces?
Coincido con Bassho en la necesidad de relectura de algunos textos que resultan tan etéreos como oníricos. Sin embargo, también me resulta posible identificar ideas sin una expresión verbal o visual, como una aparición, un boceto mental difícilmente explicable pero nítido.
No sabemos de dónde parten las ideas, si son sugeridas, inspiradas o matrices pero ójala más pensamiento libre y aventurero, lejos de las plantillas y las burbujas que nos rodean constantemente. Ójala más ideas sensibles y auténticas que nos calaran como lluvia fina y refrescante en medio de tanta contaminación ambiental de ideologías.
Publicar un comentario