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28 de diciembre de 2010

XXI

Habitamos un siglo que reúne todas las etapas históricas de la humanidad en un mismo tiempo, todas las edades del hombre. Cinco continentes en los que se disgrega la historia humana; prehistoria, medioevo, ilustración, edad moderna..., sociedades extendidas por la superficie del planeta compartiendo espacio sin convivencia. Tiempos coetáneos que distan siglos, espacios colindantes separados por abismos insalvables.


Aldea global, tribu local. Realidades obstinadas en la desemejanza de la divergencia.


Progreso frente a detención, idealismo frente a materialismo, religión frente a cientifismo, ayer frente a hoy, mañana frente a ayer, evolución frente a regresión, dinero frente a altruismo, poder frente a explotación, capital frente a pobreza, economía frente a despilfarro, saber frente a ignorancia, opulencia frente a miseria...


El ser humano sigue muriendo, hoy como ayer, de inanición, escasez, depauperación, falta, penuria, totalitarismo, interés, avaricia, codicia, ausencia, hedonismo, concupiscencia, locura, humillación...


Y muere en todas las épocas, que son una y la misma, aquejado de los mismos males, las mismas plagas, las mismas pandemias que asolaban y asolan el planeta desde antiguo.


Miseria económica en África, Centroamérica o Afganistán, miseria de valores en Rusia, China o Paquistán, miseria de voluntad en todo el bloque occidental, miseria religiosa en el Islam, el catolicismo o el judaísmo, miseria moral en el mundo entero.


Lujo y armas conviven en el mismo suelo donde familias enteras mueren de hambre ante la inacción de estados, gobiernos y dirigentes enriquecidos por la especulación de los bienes comunes. Castas dirigentes que resurgen de las crisis provocadas por ellos mismos, con el dinero y la desolación de todos, ciudadanos que abdican de sus derechos, alienados haciendose cargo de sucesos de los que distan mucho de ser protagonistas.


Todas las edades del hombre están juntas en este siglo, junto a una nueva especie de homínido; ilustrado, acomodado y universitario por lo general, aunque coexisten en él el mono del que procede, el bruto que fue, el ser angustiado por la supervivencia, el procaz, el guerrero, el asesino, el humanista, el ser gregario y recientemente el esclavo del consumo.


Un largo periplo para el ser humano reunido primero en torno a la tribu, al la religión y al nacionalismo después, a las clases sociales luego y ahora en torno al consumo.

10 de diciembre de 2010

Serpiente

Apartada de la luz, entre los salientes rocosos, oculta a las miradas de depredadores y curiosos, se esconde tímida y esquiva. Su habitual elegancia, compostura y soberbia están ensombrecidas por un hálito de vergüenza indefinible.

Recluida, huidiza, apartada, en retirada se encuentra la reina sigilosa del rastreo. A su mente, algo adormecida, brota lo que fue, las hazañas de caza, sus magníficas expectativas, sus grandilocuentes sueños, sus inabarcables anhelos, la agilidad de su rectilíneo cuerpo azote de roedores y pequeños mamíferos.

Su frialdad interior aletarga su corazón y su espíritu, ha reemplazado su permanente deseo de sol por esta oscura sombra de la oquedad pétrea, porque un pudor atenazante la sujeta con mano férrea a la concupiscencia de las rocas.

Todo empezó con un estertor incontrolable y doloroso, una suerte de fricción interior incomprensible y audaz. Una sacudida extraña que le hizo perder la pieza. No le hubiese dado más importancia sino fuera porque poco después vino otra y luego otra sacudida, hasta que la caza, su vida, se convirtió en una compleja agonía que se rebelaba contra las normas que la habían regido hasta ahora.

Lo intentó denodadamente una y otra vez, aunque un oscuro presentimiento ya se había instalado en su triangular cabeza, premonición de un tiempo nuevo, incomprensible, un tiempo desordenado y caótico que no respondía a lo aprendido.

Se refugió abatida primero, extenuada luego, en la rocalla alta de la montaña en la que habitaba, si tenía que morir allí, al menos vería el hermoso valle, cada amanecer y atardecer serían suyos hasta el último día. Su espera pronto se torno en lucha, combate, conflicto interno. Y buscó en su interior todo aquello que parecía negarle el bosque y la vida, miró en lo profundo de su alma, se deslizó por los rincones incógnitos de su corazón y vio fluir la vida, manar la torrencial mente.

Se hundió en sí misma alejándose de todo. Apartada de lo conocido lo cotidiano empezó a parecerle extraño, destiló su esencia más pura mientras le rondaba la muerte, una presencia silente cobró cada vez más fuerza y realidad en ella.

Una tristeza atávica, ancestral, se fundía en su interior con el pulso ardiente de la aventura, del deseo imperioso por lo nuevo, avidez de renovación, aspiración a lo desconocido, pasión por descubrir.

Un vértigo recorría su larga e interminable columna, el hambre hacía estragos en lo físico pero le colmaba de lucidez. Hacía que el más leve movimiento la quemara por dentro, un escozor punzante la mantenía quieta y adormecida, esperando el fin, tanteando la muerte.

Aquella mañana surgió decidida apartando las sombras de la noche y la luz se instaló majestuosa y osada impregnando cada objeto, cada rincón del bosque y de la montaña. Esa misma luz cálida y púrpura iluminó una forma idéntica a ella, pero carente de vida. Es esto la muerte -pensó- y en la debilidad externa en la que se hallaba vislumbró un hálito de interior bienestar, una suerte de extraña complacencia y oxigenada renovación interior y física.

Tanto fue así que la serpiente, después de largas jornadas de agonía, decidió salir de la gruta en la que estaba, dejando atrás todo el sufrimiento esculpido con la forma exacta de su cuerpo.Había cambiado por primera vez en su vida la camisa, la corácea piel exterior que ya no la dejaba crecer, y radiante, aunque algo más humilde y prudente salió al exterior estrenando una nueva.

1 de noviembre de 2010

Incertidumbre

Marcharemos de vacío,
iremos como vinimos,
llevando sólo lo que trajimos.
Lo demás aquí lo dejaremos;
pasiones, sueños, presunciones,
lo que fuimos y lo que ya no seremos.
La incertidumbre es la certeza de no saber. La certeza la seguridad del que no sabe.
En algún lugar lejano y algo recóndito, se esconde el futuro; incierto, esquivo, tan oculto como inexorable. Todo intento de taladrar el velo es vano, todo anhelo de certeza ignorancia.

25 de septiembre de 2010

Nauta

¿Por qué este anhelo permanente de mar?, tal vez la distancia que nos separa es la razón que nos une.

Navego ora cimbreante, ora sereno. Navego en mares encrespados, tranquilos, mares silentes o atropellados. Es el acto de la navegación lo importante, lo esencial, accesorio lo demás.

Hacerse a la mar, a diario, sin que opere desplazamiento, sin moverse del lugar, sin aparente mutabilidad. Mar agitado ausente de movimiento, evolución callada que opera en el seno del inmenso mar que somos dentro.

Todo acontecimiento sucede en nuestro interior, interior fluido e infinito, agitado por la brizna de un pensamiento, sujeto a las mareas sentimentales, influido por el más leve destello.

Navegar, lo importante es la navegación, no lo navegado, porque la navegación hace al navegante lo que es y el objeto de su navegación es sólo la escusa que impulsa la singladura.

Movimiento en el mar del pensamiento; oleaje, corriente, tempestad. Pensamiento en el mar del movimiento; constante, reiterado, manipulador. Movimiento en un mar finito; navegable, solitario, contumaz.

La bitácora es el momento, la brújula la intuición, el rumbo lo marca la creencia, la convicción. El entusiasmo y la esperanza indican la meta; ostensiblemente alcanzable, incomprensiblemente lejana.

Surcando mares interiores voy, traspasando barreras de obstinada realidad. La esencia me toca por la amura de babor mientras la locura brama por sotavento, ejercicio de equilibrio desequilibrado en cada bordada, consecuencia de surcar un espacio fluido como el tiempo, inmaterial como el pensamiento, inasible como el mar.

Decidí mi viaje, hace ya mucho tiempo, lo emprendí igual que sigue sin destino. Navegar, lo importante es navegar, porque navegar es saber, experimentar y el destino, siempre es Ítaca.

6 de septiembre de 2010

Ajeno

La desgracia en soledad sólo es superable por la desgracia compartida con un ajeno, con el desconocido que se cruza en nuestra vida en ese instante vital, doloroso y dolorido, en el que nos asola la desgracia y con el que nunca antes, ni después, volveremos a tener la más leve coincidencia.
Es un espectador ocasional, que se asoma a un largometraje pero del que sólo ve un instante. Sin génesis ni epitafio, sin nudo ni desenlace, sin conexión en suma con nada de lo sucedido ni lo por suceder. Es alguien que se encuentra frente a un marrón vital incapaz de referenciar y al que no le une nada más, que la fortuna insidiosa que lo llevó al lugar inoportuno. Un ajeno.


La desgracia vista así, desde el espectador ocasional que todos llevamos a flor de piel, es una escena sórdida, histriónica a veces, sobreactuada otras, malinterpretada siempre. Sin embargo para el protagonista la situación que le supera, le hiere, le hiende, se quiebra aún más ante la apoplejía temporal de este accidental compañero.


Es una suerte de confluencia de accidentes; la desgracia sobrevenida y sobrepuesta a ella, la presencia del desgraciado que la contempla inopinado. Estupor de quien sufre el doble drama.

Toda palabra, toda queja, cualesquiera explicación, se estrella contra el refractario muro del que se entiende ajeno al suceso, al fortuito acontecer del que no quiere formar parte alguna. Sin vislumbrar que ese encuentro casual le hace partícipe fundamental de una contingencia, que le une con quien la padece en lo más profundo del sufrimiento humano, por tanto común, cercano por tanto, y universal y cotidiano.

El sufrimiento humano, que nos alcanza aun sin quererlo, que nos golpea aunque venga de lejos, deferido como miembros de la misma humanidad y de su suerte compartida. Un sufrimiento del que nadie puede escapar, ni siquiera ese espectador inesperado que se cuela en la desgracia de otros, sin querer entender que hasta el acontecimiento más alejado y remoto, si es humano, es también suyo, es de todos.

21 de julio de 2010

Poema

Mirando al viento, intuyo
brisa, espacio cercano
y ausencia de lo remoto.


Mirando al viento anhelo

briznas de pasado,

en el presente burladero.


Cambio de mirada sabiendo

que nada veo, las respuestas

reposan en el baúl del tiempo.


Miro,

vivo..

..y también muero.


Muero en eterna agonía
de un pasado siempre preso,
y un presente que porfía.


Muere el sonido y el canto.
Encanto de cuanto sueño,
que sueña su desencanto.


Miro al viento, para ver
y en cuanto veo, me veo.


Mirar para no creer,
en nada de cuanto veo.


Creer para no mirar,
a nada de cuanto creo.

18 de junio de 2010

Opinión

Sepultadas en opiniones están la intuición y el conocimiento, opiniones a cerca de cualquier cosa, a cerca de todo, opinar es un deporte fácil que no requiere esfuerzo ni entrenamiento, es una actividad que se practica con la misma rutinaria indiferencia que se camina por la ciudad.

Opinar es una tendencia, que hace de la opinión un paradigma del ciudadano contemporáneo. Opinión sobre esto, sobre aquello, opinión prestada, vendida o comprada, opinión contraída o sustraída opinión.

Como la humedad otoñal sobre terreno abonado produce hongos, los medios de comunicación sobre los ciudadanos producen opinión.

Foros, encuestas, tertulias plagadas de tertulianos de la nada, espacios desde los que se expone o se recauda opinión.

La opinión va por barrios y depende del barrio así es la opinión, no se puede opinar lo mismo si se es del barrio de salamanca o de Vallecas, no si eres conservador o progresista, no si eres hombre o mujer, si eres local o visitante, europeo o árabe, palestino o israelita, del barça o del Madrid.

La opinión tiene la cualidad de formar más opinión entorno suyo, y este incremento sostenido vehemencia la opinión que termina siendo un fin en sí mismo que no entiende de lealtades ni de conocimientos, igual es la opinión relevante o versada que la interesada, la opinión de siempre que la reciente, la opinión valiente que la intrascendente.

La opinión se nutre de sí misma, se fagocita y retroalimenta sin ningún escrúpulo y pudor, pudiendo opinarse cualquier cosa sostenida exclusivamente sobre la base, de la propia opinión.

Otra de sus cualidades es la simplicidad, o mejor dicho la simplificación, hasta de los asuntos más complejos y relevantes, la opinión sobre algo solo entiende de ella misma de manera muy sucinta, y tiende a posicionar como enemiga cualquier opinión disidente. Opinas como yo o en contra mía.

Es preciso opinar algo, para ser, hay que tener opinión. Toda opinión que se precie de serlo debe ser sencilla, enunciable en cuatro o cinco palabras, en una frase todo lo más. Y una vez formulada su alquimia trasmuta todo en hechos simples e inmutables, que no necesitan volver a ser pensados, analizados ni revisados, porque la esencia de realidad ya cristalizada en forma de opinión, alcanza la inmanencia, trascendiendo incluso al objeto mismo de opinión.

21 de mayo de 2010

Voto

El voto se ejerce en las urnas y se consuma en el centro comercial, porque votamos cada vez que consumimos. Votamos con acto de compra y votamos también cada vez que deseamos hacerlo, el paradigma de “un hombre un voto”, ha devenido en “una compra un voto”.

Ciudadanos y sociedades se mueven y desarrollan en torno al consumo, sin el cuál, cesa el progreso, la sociedad del bienestar, la riqueza y el futuro. Cada acto de consumo es un voto a un modelo, a una forma de vida en la que la verdadera felicidad está en función del volumen de consumo que se pueda alcanzar, la libertad es hoy, la posibilidad de poder consumir más y más caro. Y el poder, que reside en el pueblo, se centra en la capacidad sostenida de este por seguir consumiendo.

“Consumo luego existo”, dada la inexistencia social en la que se sume aquél, que no puede alcanzar el nivel de consumo de sus iguales.

El consumismo es la religión mundial mayoritaria, que reúne por igual a individuos de todo estrato social, de toda ideología y con el mismo fervor en oriente que en occidente.

Consumir es un aspiracional, un anhelo inalcanzable donde lo mejor está siempre por llegar; en forma de última consola, de colección de temporada, de nuevo modelo de coche, de viaje diferente, de joya exclusiva o de zapatillas de marca.

El consumo, además de consumirnos nos une. Al norte con el sur, al indio con el chino, al musulmán con el cristiano y lo hace en la desmesurada ambición en la que se asientan las bases de la economía mundial, y por tanto, de la política de todos los partidos, de todos los pueblos.

Sí, el voto se ha popularizado, se ha expandido más allá del de los procesos electorales, hasta convertirse en un hecho cotidiano y diario reflejado en cada acto consumista, en cada deseo de poseer, en cada decisión o indecisión de compra, porque todas y cada una de ellas cuenta.

Cuenta para las multinacionales que escudriñan nuestras intenciones desde lo alto de sus torres de cristal, cuenta para los poderes que se ocultan detrás de los estados, cuenta para las grandes fortunas que necesitan prodigarse y seguir creciendo, cuenta para la caterva de economistas sin escrúpulos y ahora sabemos que mal formados, que intoxican los mercados y a las gentes con productos de diseño financiero, cuenta para las marcas, para los productos, para la industria mundial que necesita seguir incrementando su producción, al mismo ritmo trepidante que en los últimos veinte años, en los que se ha expoliado más patrimonio natural que en los pasados veinte siglos.

Votamos diariamente, claro que votamos y nuestro voto visto, oído, escrutado, inquirido, averiguado, analizado, indagado, sondeado, oteado y pormenorizado, desarrolla tendencias, produce desigualdades en el reparto de la riqueza, ahonda fronteras, expolia bosques y océanos, destrona gobiernos, engrandece marcas y multinacionales, genera miseria y desheredados, desertiza campos, agota recursos, empequeñece pensamientos, relativiza y merma la ética, fomenta desigualdades, crea monstruos impredecibles y nos mantiene en un despotismo absolutista, del que no nos consideramos esclavos.

Así, cuando el “mercado” dicta sus normas, nunca escritas, todos obedecen; gobiernos, estados, ciudadanos, naciones y pueblos, agachan la cabeza con el miedo atávico adherido al pecho y la mirada siempre puesta en otra parte, buscando un culpable que nos exonere del resultado cierto de nuestro reiterado voto, diario y repetido voto, el voto del consumo.

Consumo: Acción y efecto de consumir, gastar....

Consumir: Destruir, extinguir....

16 de abril de 2010

Oculto

Oculto está desde hace tiempo el poder, el poder otrora ostentado, exhibido, enaltecido. Se retiró a simas profundas a salvo de votos y de electores, que tanto peligro detentan para prodigar el poder, por lo volubles y poco comprensivas que son con lo que verdaderamente importante: el lujo, la influencia, la suntuosidad, el exceso, el abuso de posición...

El poder se ocultó para poder ostentarse así mismo sin estorbos ni sacrificios inoportunos. Aprendió de las grandes revoluciones que el poder ejercido por el vulgo podía hacer perder la cabeza al mayor de los aristócratas y se apropió del discurso ilustrado haciendo gala de gran adaptabilidad.

Por desgracia, parece que aquel poder oculto y omnipresente, tenía algo de razón al anticipar la salvaguarda del poder ante la imbecilidad creciente que atenaza hoy a un pueblo soberano, iletrado y pacato, cuyo más elevado pensamiento, único, es el consumo.

Diez de cada diez encuestados declara sin pudor que si dispusiera de más dinero consumiría más. “Consumiría Más”. Esta declaración suicida, representa el pináculo de un iceberg cuya gran masa se oculta bajo una superficie de sociedad, bienestar y libre economía. El consumo nos domina y el poder oculto, que lo dirige e inspira, es dueño y señor de voluntades individuales y colectivas.

El consumo, que todos sin excepción; ricos o pobres, urbanitas o rurales, europeos o chinos, enaltecemos con nuestros deseos inagotables de tener más para consumir más, es una maquinaria al servicio de un poder que adormece conciencias, deprava actitudes y pone al pairo a la humanidad entera ante los avatares del mercado. Una humanidad que sufre y muere con el decaer de un consumo, que si por el contrario crece, resulta insostenible y letal. Trampa fatal, falacia aceptada por los ciudadanos de todos los mundos posibles, desde el primero hasta el último.

Autocracia y democracia se dan la mano para discurrir juntas por el sendero de la enajenación de un individuo, cuya libertad se limita a su capacidad de elegir aquello que puede comprar..

25 de marzo de 2010

Redes

Voy mirando desiertos, desiertos humanos plagados de actividad, voy mirando escaparates de sonrisas cristalizadas en un desierto.

Surfeo por las vidas de millones de personas que no están, que no son nada, fragmentos humanos, jirones de personalidades orgullosas de sí mismas, ansiosas del encuentro.

En el mercadillo de perfiles te encuentro, demacrada como un muerto entre lapidarias frases, anexiones fáciles y millones de pasados mantenidos en el congelador de las metaredes. Paradigmático espacio vanguardista repleto de pasado.

Me ajuntas, te ajunto en traje postmodernista. Bacanal del cotilleo; miro y dejo que me miren, paraíso del voyeur, sueños de portera.

Grupos de fans de la chorrada, tiempo vertido en la angustia de estar, vida de la pseudo-existencia: miro, miran, digo, dicen, ruido, cacofonía, buzz, pero de realidad nada.

19 de febrero de 2010

En venta

Cientos de escaparates nos miran desde la oscuridad, expuestos como estamos a la luz de las farolas del consumo...

Consumo, consume, consumid, consumamos, consuman, consumiendo..., consumo diario, consumo ocio y consumo negocio, consumo obsesión, consumo liberador, consumo autoestima, yo consumo, consumo imagen, consumo lo que vendo, consumo lo que consumo, consumo música, consumo comida, consumo ideologías, consumo recursos naturales, consumo emociones, consumo arte, consumo el espacio y también el tiempo, consumo delirio, adicción al consumo, consumo hoy, consumo mañana, consumo siempre, consumo gente, consumo droga, consumo imágenes, consumo saber, consumo información, consumo conocimiento, consumo de todo, todo lo consumo.

Consumo tecnología, consumo viajes, consumo aficiones, consumo aflicciones, consumo sexo, consumo servicios, con-sumo gusto, consumo oportunidades, consumo suerte, consumo energía; electricidad, gas, consumo petróleo, consumo democracia, consumo votos, consumo medios de transporte y de comunicación, consumo religión, la religión me consume, consumo lujo, consumo lo que quiero, consumo riqueza, consumo sobre la pobreza, consumo cadáveres, consumo terrorismo, consumo inflación y deflación, consumo capitalismo, el capitalismo también nos consume, consumo felicidad, consumo odio y sufrimiento, consumo lo que niego a otros, consumo tierra, consumo animales, consumo vida, consumo casas, ciudades y continentes, consumo objetos de consumo, consumo dogma, consumo pensamiento, consumo liberal, consumo estupidez, consumo idolatría, consumo la verdad, la verdad es que consumo.

Consumo esto y también aquello, consumo una mirada, consumo humor y pesadumbre, consumo sofisticado, consumo diferenciador, consumo virtual, consumo lo mismo, consumo homogéneo, consumo lo mío, lo tuyo o lo de todos, consumo nacionalismo, consumo banderas, consumo iconos, consumo más de lo que necesito y todo cuanto he consumido hasta ahora me impulsa a seguir haciéndolo.

15 de febrero de 2010

Atasco

Avanzo por un mar calmo, mar de mi imaginación, mar contemporáneo, mar fractal y sentido, mar repleto de lucernarias envueltas en metálicos reflejos.

Cadencia de tiempo mecido en invariable procesión. Mar aburrido. Sonoro mar cuyo lento oleaje va batiendo mi nave solitaria, equidistante de las miles de naves que obstinadas, acompañan mi periplo.

Atardece un mar gris obsesionante, liso, ceniciento, mientras el horizonte se enciende en luz reflejada. Magia de luz pintando sobre gris purpúreas, irisadas, brillantes pinceladas. Paleta de pintor inverosímil.

Mi singladura continúa lenta, inexorable. El leve oleaje, atenuado por el silencioso atardecer, asemeja el halito de un ser descomunal. Resplandores de mecánica irrealidad confunden la escena; tensión y calma, resignación y prisa...

Surco un mar de mareas imposibles, tanto como la solidez de sus aguas. Mar de mi memoria, mar de artificial factura.

El onírico viaje sufre una súbita sacudida al descender accidentalmente la ventanilla, ruido seco y polución infiltrándose en los sentidos y en el aire de este laberíntico Madrid.

Sueños de monotonía acompasan mi deambular en este proverbial embotellamiento.

22 de enero de 2010

Sofisticado

Abrumado por el desarrollo de los acontecimientos, el ser humano contempla inerte el bagaje emprendido por la humanidad hacia su propia destrucción. Un camino plagado de avisos y contenciones de un planeta benévolo y paciente, que ha sido transformado compulsivamente por una acción humana, que algunos aún insisten en negar.

Esta metamorfosis planetaria comenzó hace mucho tiempo, con la aparición del hombre sobre la Tierra. Una mutación paulatina, constante y sistemática, que emprendió el camino desde un estadio natural hacia una artificialidad que impregna casi todo lo que nos rodea.

Un paso decisivo lo dio Roma con el advenimiento de la ciudad en su sentido moderno, la “civitas”, que no dejaba de ser un intento amplio y decidido de establecer límites diáfanos a la naturaleza.

Esta “ciudad romana”, se constituyó en un espacio de exclusión de lo natural, creado al margen de las vicisitudes extremas a las que el hombre estaba sometido, cuando vivía de lleno en la naturaleza. Fuerzas incontrolables dominaban a un hombre que sentía el poder mágico de lo natural como un yugo insoslayable, inexplicable y al que decidió poner coto, construyendo un entorno a su medida, que no a la medida de los dioses.

Este entorno pronto demandó nuevas necesidades, que hasta entonces no se habían planteado, porque la naturaleza las proveía de modo sostenible aunque no modulable por la mano del hombre: nuevos objetos, soluciones, comodidades, vías de contacto, de comunicación, construcciones, infraestructuras y un sinfín de objetos y materiales hicieron su aparición.

Además, la manera de relacionarse de los hombres entre ellos y con el nuevo medio también cambió, por primera vez el contacto humano era tan estrecho y la colaboración buscaba fines en común tan ambiciosos y extensos. Así nació el derecho y las normas sociales, que nuevamente de manera artificial, generaron una estructura idiosincrática que permitía la reunión y convivencia de grandes grupos humanos, mucho más allá de la pequeña tribu unida por la simple supervivencia.

Todo este proceso fue dando lugar a una sofisticación cada vez más acusada, el inicial saber aplicado: la agrimensura, la geometría, las matemáticas, la ingeniería civil, dieron paso a una ciencia pujante y a una tecnología que se valía de esta ciencia para cobrar vida propia, sufriendo ambas en unos pocos siglos una vertiginosa sofisticación.

Toda esta sofisticación de procesos, objetos, pensamientos, estilos de vida, se ha ido incrementando con ritmo exponencial, sin fin, o mejor dicho con un fin sospechosamente autodestructivo, ya que se trata de una espiral infinita cuyo centrípeto movimiento acelerado constantemente con el paso de los tiempos, genera una acción transformadora que parece no querer cesar mientras siga existiendo una sola brizna natural que reemplazar, aprovechar, estrujar o diseccionar.

Todo refinamiento puede serlo hasta el paroxismo, toda opulencia tiene siempre un más allá, toda prosperidad material anhela su incremento, todo bienestar es siempre mejorable, cualquier posesión por magnífica y lujosa que sea es susceptible de ser sustituida por otra de mejor factura y exquisitez.

Refinamiento, lujo, suntuosidad, esplendor, artificialidad, sofisticación...

Sofisticación: acción o efecto de sofisticar.

Sofisticar: adulterar o falsificar con sofismas un razonamiento, quitar naturalidad a algo con exceso de artificio o pulimento o educación

Sofisticado: falto de naturalidad, afectadamente refinado.

5 de enero de 2010

Tribus de Uno

Tribus de Uno surgen, el individualismo exacerbado y la modificación de la costumbre las trajeron hasta el corazón de la urbe.

Fueron disminuyendo los grupos que compartían y hacían cosas en común. Y los que quedaron perdieron interés, limitándose a seguir a un líder, a un marcador de opinión.

Tribus de uno, moderna tipología de target basada en el individuo, en la hiperindividualidad.

Tribu de Uno es un nuevo perfil social en el que nadie es lo que parece, ni hace lo previsible. Sólo hace falta mirar alrededor: financieros y presidentes de bancos causantes de una crisis mundial, políticos que hacen gala de su descarada intencionalidad y son parte alícuota del problema y no de su solución, famosos en chorradas, genios desapercibidos, héroes invisibles en figuras de andar por casa, tránsfugas morales, seres de apariencia...

Tribus de Uno define al ser único que somos, pero también al ser gregario. Somos Uno y somos Tribu. Queremos que nos traten como individuo sin dejar de comportarnos como la mayoría. Un nuevo formato de tribu sofisticada; es decir compleja y avanzada, pero afectada y carente de naturalidad. Una tribu cobijada en una gruta tecnología que permite liberarse de la cultura de masas en la que estaba atrapada desde principios del siglo XX, para caer prisionera de una nueva masa de "cultura", teñida del espejismo de la individualidad

Individualismo, personalismo gregario sostenido en la necesidad de expresión y manifestación pública, universo de la customización, de lo exclusivo que precisa ser visto por los demás miembros de las Tribus de Uno.

Cada individuo es hoy una entidad autónoma indefinible, inclasificable por parámetros convencionales, porque los perfiles de grupo definen grupos no personas, y sin embargo cada individuo está incluido en algún de ellos.

El sentimiento de ser único choca directamente con el seguidismo que subyace en la paradoja, de no poder ser único, sino se alcanza el hueco de expresión dentro del grupo.

E pluribus unum - Ex uno plures