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4 de diciembre de 2018

Lluvia


Llovía, llovía una fina lluvia de pensamientos, imágenes, recuerdos, ideas, visiones, retazos de sentimientos y emociones, en el espacio sutil de una mente en busca de silencio.
El viento racheaba los corpúsculos intangibles en múltiples direcciones, en un mundo multidimensional que se resistía al mutismo.
Grupos de pequeñas gotas se arremolinaban en torno a una figura que la brisa modelaba, hasta darle un contenido más corpóreo que al resto. Aparecían así figuras en una lúcida oscuridad que impregnaba la visión momentáneamente, para sucumbir un poco después ante otro ente espectral que dominaba la escena por unos instantes.
El viento, caprichoso, parecía dibujar las figuras que se mostraban en aquel universo incorporal mixtura de imagen y sonido, formando remolinos, vórtices de extraña complexión alimentando, desde las partículas más elementales, complejos sistemas de pensamiento.
Por un momento atemporal, la atención se centró en uno de esos fragmentos en creación, en una molécula de pensamiento, en lo que parecía una semilla vibrante destinada a prosperar en ese cosmos atómico, nuclear. Y entonces sucedió. Algo más allá de lo observado, contempló que aquél pensamiento; nítido, rotundo, concreto, no se estaba verbalizado en ningún lenguaje, no constituía una frase, una reflexión, ni tenía forma de oración, no estaba formulada en ningún sistema de comunicación verbal conocido ni era tampoco una imagen, y sin embargo, contenía un mensaje preciso pleno de significado.
El descubrimiento de este bosón perdido que compartía o era parte de la sustancia de la que están hechos los pensamientos, fue como un cometa en el cielo nocturno, surgió de una aparente nada y volvió a ella después sin dejar rastro, como un hecho aislado en la sutil cosmología mental.
¿Era un pensamiento semilla? ¿acaso el pensamiento surge antes de que intervengan el lenguaje o la visión para diseñarlo? ¿cómo podía un enunciado preciso expresarse sin la intervención de la imagen ni la palabra?
Mundos dentro de mundos, en la cosmografía del pensamiento humano, tan recóndita e inexplorada como las distantes estrellas y astros de un firmamento repleto de galaxias y acontecimientos desconocidos, una nueva subpartícula mental había sido hallada en el laboratorio de la mente.