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19 de agosto de 2013

Espera


Del oeste, un viento suave, esponjoso y cálido trae en suspensión uno de esos tiempos de espera que despejan la frente y liberan el alma, instalando una leve calina en la retina de la memoria.
Una brisa de tiempo detenido, casi ausente, un tiempo extraño pero tonificante, es un lapso temporal sin expectativas ni reservas, un momento de entrega a la plena existencia.
Es esta una brisa amable de mediados de estío envuelta en un aire pálido y taciturno pero esencialmente vivo; “quién no conoce la pasión fronteriza y prohibida, vive sin conocer la vida”. Es la brisa de la calma veraniega, calma de la espera, una espera repleta de vida que espera, espera creencia y permanencia, espera esencia e inminencia.
Espiras de viento acarreando filamentos de otros tiempos detenidos en lejanos lugares, esencias de mar, montañas, desiertos, pensamientos, jirones de sentimientos que inflaman las velas del alma, alma en espera.
Espera recortada sobre el fondo azul descolorido de un rucio cielo canicular. “El calor de la pasión templa a los hombres y es la envidia de los dioses”.
Céfiro suave y delicado que portando va recuerdos, ideas, pasiones y encuentros.