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11 de mayo de 2006

Reflejos

Miraba porque su sentido era la vista, miraba con apasionamiento e interés todo lo que le rodeaba, y veía muchas cosas, un universo de diversidad a su alrededor; cosas iguales unas, diferentes otras y muchas de ellas semejantes. Su mirada a cada instante se posaba en esta, en aquella forma o situación que parecía ser la más notable en ese momento, por lo que con el tiempo su mirada se había hecho selectiva, volátil, de ida y vuelta.

Lo idéntico, por lo general no despertaba en él demasiado interés, quizá por lo que tenía de conocido, sin embargo lo semejante, resaltaba y resplandecía en un sinfín de matices de diferencia que destacaban como aristas de poliedro, dentro de un entorno conocido y familiar. Pero era lo diferente, lo distinto, lo que ponía de manifiesto sus instintos más soberbios: la ira, la agresividad, el discurso airado, el tono crispado, no sabía porqué pero era en lo diferente donde encontraba el mayor de los apasionamientos, la fuerza de lo distinto brotaba en él como un revulsivo que le hacía alabar y valorar todo lo que tenía y que de otra manera a menudo despreciaba.

Miraba, miraba siempre, porque la vista era su sentido decisivo, un sentido consentido que le permitía dejar de escuchar, de sentir, de amar, que le mantenía con la mirada cautiva y obsesionada vuelta hacia sí mismo, porque la vida pasaba delante de él reflejada en el espejo de sus miserias, de sus miedos, de sus inseguridades, una mirada atenta a una realidad cautiva en un reflejo de realidad, en un espejismo, en una quimera, de cuyo ensueño sólo era capaz de sacarle lo distinto, la fuerza viva de lo diferente, que se manifestaba en un color, en una fe, en una creencia, en una manera de pensar, de hacer, de sentir, en un anhelo de vivir diferente...

¿Diferente a qué?, qué es lo que establece la diferencia entre semejante y desemejante, que hace distintos a blanco y a negro, si hasta en el enunciado les une el color. Que espejo de pensamiento refleja imágenes tan excluyentes como: moro, cruzado, negro, payo, maqueto, pobre, rico....

¿Qué pulso de inseguridad nos hace buscar la superioridad?; poder económico, político, poder jerárquico, de posición, de oportunidad, poder de las armas, poder basado en el miedo, el poder de la fuerza, del engaño, de la mentira, el poder a cualquier precio, poder hacer y no hacerlo..... El poder de dar, sin buscar recibir, el poder del amor, de la palabra frente a los hechos, el poder del discernimiento y la inteligencia frente a la picaresca y el oportunismo.

Pero, ¿qué precio está dispuesto cada uno a pagar para cambiar el signo del poder?, ¿qué esfuerzo hacemos cada día para dirigir a nuestro entorno hacia el bien común?, ¿qué precio tiene para nosotros la justicia, el reparto equitativo, velar por el futuro de todos los demás; los parecidos, los semejantes, los distintos y hasta los contrarios?, ¿de qué parte de nuestro egoísmo estamos dispuestos a renunciar por ellos?, por todos ellos: altos y bajos, cristianos, musulmanes y judíos, norteños y sureños, pobres y bien comidos, rubios y oscuros, feos y guapos, hetero, homo y bisexuales.....

Valor, esfuerzo, aprecio y desprecio.... Miradas, miradas humanas, miradas parciales entorno a un efímero reflejo de realidad en un espejo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Really amazing! Useful information. All the best.
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