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6 de junio de 2020

Tectónica


Movimientos convulsos azotan la geosfera formando grandes cordilleras: el Indukush, el Pamir, el Karakorum, el Himalaya, formidables pliegues que en su encuentro forman gigantescas estructuras, seres nuevos.
Movimientos de aproximación que elevan la tierra por encima de los siete mil y ocho mil metros sobre el nivel del mar, aventurando nuevos ecosistemas poco compatibles con la vida humana, naturaleza salvaje, desprovista de sentimientos y de razón; violenta y terrible, grandiosa, bella.
Corrientes tectónicas que elevan el territorio en las grandes franjas de encuentro, placas de extraordinaria densidad se funden en geológico abrazo formando materia nueva. Materia forjada de lo uno y de lo otro, en enigmático enlace en el que uno más uno suman tres; las dos fuerzas entrelazadas y la resultante de su ceñida.
Al mismo tiempo, fuerzas contrarias o tal vez las mismas, disipan espacios contiguos separando lo hasta ahora unido, resolviendo profundas simas, creando magníficas depresiones abisales de mayor calado que las más elevadas cimas; la fosa Tonga, la de Kermadec, las Marianas.
Encuentros, curioso término que define una cosa y su contraria: “acto de coincidir en un punto una o más cosas”, y a la vez “oposición, contradicción, discusión, riña o pelea”. Porque un abordaje es también un encuentro.
Las fuerzas que se agitan bajo la corteza terrestre, aún algo ignotas, se asemejan a las fuerzas que nos atraen hacia ciertos lugares y nos alejan de otros, al fluir vital que nos aproxima a determinadas personas y que nos aleja de otras a las que sin embargo apreciamos y querríamos en nuestras vidas.
Amigos, compañeros, hijos que se alejan en esa inefable deriva continental, en esta gran corriente tectónica que es la vida.

3 comentarios:

bassho dijo...

Muy claro tu articulo. Expresas de forma diáfana la convulsión en la que vivimos, en la que siempre hemos vivido en realidad, aunque hace unos meses solo era sentida por quienes sentían algún cataclismo particular. Parece que ahora, la conciencia de la transformación y la impermanencia se ha generalizado. La incertidumbre se extiende por todos lados, la acción y la reacción se generaliza en todos los ámbitos... Reconozco esas fuerzas que no controlamos y que nos alejan o nos acercan a situaciones y personas...
Pero, con tu permiso, voy a añadir una consideración, que no va en contra de lo que dices, solo la complementa desde mi percepción:

Ahora, desde mi ventana, observo las montañas, están quietas, imperturbablemente asentadas en el espacio que tengo delante de mí. Las nubes se mueven con una lentitud pasmosa. Los edificios parecen no girar con el planeta entero. De los árboles solo sus copas reconocen la agitación que produce el viento. Ningún avión surcando el espacio, y ninguna sirena ululando a las seis de esta tarde.
Hay una potente quietud dentro de cada uno de nosotros y en el interior de este inmenso mundo.
A ella podemos acudir, y desde ella podemos seguir amando y acompañando a quienes queremos.

Sirenoide dijo...

"Eppur si muove" se dice que pronunció Galileo tras obligarle a renegar de su teoría heliocéntrica. Y claro que se mueve, rotación, traslación y movimientos tectónicos que convulsionannuestro planeta en diferentes planos, la Tierra se mueve, reacciona.
Pero es que la Vida es puro movimiento y evolución (aunque estos tiempos de corrección y ausencia de libre pensamiento nos muestren lo contrario).

Lo que se estanca, muere y esto se da en las relaciones, en la Naturaleza, en la sociedad, en la política si es que queda algún resquicio de verdadera política en el mundo). No sabemos a dónde nos llevarán estos cambios, los desplazamientos e incertidumbres que requieren nuevos métodos y renovadas soluciones, pero lo que hemos aprendido es que lo que nos ha traído hasta aquí, desde este punto ya no nos sirve.

Es curioso, porque en las relaciones de cualquier naturaleza, lo que no supone acercamiento, se materializa en alejamiento, no hay situaciones neutras, nos guste o no, todos tomamos partido aun sin tomar una decisión. Y esto nos posiciona con respecto a los demás. Quiero pensar que hay un margen de acción, que si uno se desvincula de su ego, cuida las relaciones con mimo de jardinero japonés y comprende la libertad como eje principal de ese vínculo, podrá rodearse de un entorno sano con personas que valoran y comulgan con principios parecidos.

Personalmente me siento con la madurez necesaria para decidir con quien y en qué invierto mi valioso tiempo, y estos movimientos tectónicos que han surgido, este terremoto social en el que nos ha sumido la pandemia, al menos a algunos, nos ha dado la oportunidad de reflexionar sobre lo esencial, diferenciarlo claramente de lo accesorio e intentar pertrecharnos de paciencia y voluntad para lo que se viene. Quietud (como apunta Bassho), serenidad, equilibrio, aventura, alegría, creatividad, incertidumbre, movimiento...VIDA.

bassho dijo...

Estoy de acuerdo, Sirenoide, con lo que dices. Pero por mantener el diálogo quiero hacer hincapié en algunas cosas, que no se oponen a lo que dices, simplemente expreso matices.
Por ejemplo, las palabras "quietud" y "estancamiento" no son sinóminas. "Movimiento" y "quietud" tampoco son antónimas. De hecho, como tú dices, la Tierra se mueve a una enorme velocidad, junto con toda la galaxia, y sin embargo transporta con pasmosa quietud millones de pasajeros.
"La quietud es más poderosa que la agitación" dice el Tao. capítut 26 (En otras traducciones en vez de agitación pone "movimiento"). "Sin salir de la propia casa se conoce el mundo/Sin mirar por la ventana se conoce el Tao del Cielo" capít 47.
Sin embargo, uno de los más grandes poetas universales de nuestro idioma, Juan de la Cruz, que murió a los 49 años y su obra no fue publicada mientras vivió, escribió en una sombría cárcel de un convento toledano del siglo XVI, en su libro "Cántico espiritual":
"Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras".

Las últimas palabras que pones estaría bien que cayeran en forma de diluvio sobre nosotros para que nos empaparan de los pies a la cabeza.