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1 de julio de 2019

Cumbre


El eje cóncavo del meridiano gira en rítmica rotación encendiendo el día, apagando la noche. En el valle alto de montaña, el tiempo se mide por la oscuridad que cede por el este con lentitud inexorable.
Día y noche cohabitan en el territorio del hielo y la nieve, la luna recortada en lo oscuro a poniente, luces multicolor en avance por levante.
La travesía en el entorno helado avanza con un frío que cede un instante ante el misterioso silencio del alba, para resurgir con fuerza un instante después, es el enigma de las montañas que refuerzan su hechizo en los tránsitos del día.
El camino se adentra en un bosque espeso, al que la tímida alba aún no llega, el día es blanco, la nieve lo cubre todo; montaña, árboles, arbustos y sendero.
La vereda se estrecha sinuosa mientras asciende, liberando la vista de un bosque rendido por la altura. La nieve helada hace el caminar cauto y atento mientras la derrota continúa por una franca ladera abierta al sur.
El camino remonta con el resplandor del amanecer, hasta desembocar en un altiplano de origen glaciar que se abre súbitamente hacia el norte en un recodo del camino, un suave collado por el que fluye un viento cortante e intenso que desciende de las cumbres proceloso, inclemente.
Es el momento de refugiarse bajo el gorro térmico y los guantes gruesos y de tener a mano el piolet. Atravesando el frío, el camino asciende por una pendiente pronunciada hasta alcanzar el circo del glaciar, hoy laguna, donde el camino se funde hasta perderse en lo blanco.
La travesía inicia aquí una nueva andadura, sorteando la laguna por el oeste entre canchales de grandes rocas sepultadas por la nieve, que son una trampa para el avance, avance lento, de zancadas altas para desenterrar las botas de una nieve que cede hasta las rodillas.
Sorteada la laguna, al norte, se abren amplios corredores de nieve en la base, que se van estrechando y empinando para alcanzar la cresta montañosa unos cientos de metros más arriba.
El progreso el lento ahora, penoso en ocasiones, nieve, hielo y roca se entrecruzan, los crampones y el piolet se incrustan en el hielo, ceden con la nieve polvo y chirrían en los pasos de roca. La pendiente empieza a ser muy empinada, el paisaje espléndido, majestuoso. Un silencio frío intimida en las paradas.
No hay camino, como en el poema, ni camino ni senda ni huellas, se activa la mente buscando el paso más seguro y certero, trepando por escarpaduras que luego es preciso desandar, paralelismo de la vida.
La ascensión se hace más exigente a medida que progresa, la cornisa de salida es un techo de hielo impracticable con una amplia zona de desprendimientos, fragmentos de hielo se acumulan bajo una cresta amenazante, que muestra una helada visera aérea. La salida aún no es segura, existe la posibilidad de tener que descender sin culminar la cumbre por esta ruta, es el precio de la aventura, es, una vez más, la incertidumbre que necesita ser negociada.
A la derecha, unos ochenta metros más arriba, se vislumbra un posible paso sin visera de hielo, entre dos amplios perfiles de rocas. Se trata de una zona muy aérea y expuesta, cuya verticalidad ha impedido la formación del techo volado de hielo sobre la cornisa, o tal vez se haya desprendido, la salida es por esa zona o el retroceso.
El plano inclinado se acentúa hasta alcanzar la posible salida, unos cien metros de tobogán de nieve y hielo están bajo los crampones que muerden ahora un hielo blando pero consistente, sólido.
Cruzan la mente temores, miedos, vértigos, incertidumbre y prisa por salir de allí, un remolino de aprensiones intenta hacerse fuerte en el momento más crítico de la ascensión, una alarma que quiere prosperar ante los indicios de amenaza.
La respiración centra la mente, un parón en el presente recupera la concentración en cada paso, ligero pero sin prisa, asegurando cada delicado momento, cada pequeño avance, todo es presente, todo es uno; la montaña, la escalada, la técnica para progresar, el movimiento, el frío, la nieve, la roca y el hielo, hasta superar la cornisa y descansar en lo alto como un ser surgido de un abismo.

12 comentarios:

bassho dijo...

Muy bueno, atrapa el relato lleno de imágenes, metáforas y sensaciones. "No hay camino, como en el poema, ni camino ni senda ni huellas, se activa la mente buscando el paso más seguro y certero, trepando por escarpaduras que luego es preciso desandar, paralelismo de la vida."
Me gusta ese final de como un ser surgido del abismo.
Gracias Palabrerías.

bassho dijo...

José Ortega y Gasset, en El espectador, hablando de Pío Baroja, al cual admira, hace las siguientes consideraciones, con las que guardo cierta distancia, pues creo que la humildad es una cualidad que hay que intentar mantener, pero que pienso que tienen algo de verdad:
"La creencia dogmática y fanática en los tópicos dominantes será siempre dueña de la sociedad, y los temperamentos críticos, originales, innovadores, habrán de sufrir ahora, y dentro de mil años una temporada de lazareto... La sociedad es el área triunfal del hombre medio... El hombre medio piensa, cree y estima precisamente aquello que no se ve obligado a pensar, creer y estimar por sí mismo en esfuerzo original. Tiene el alma hueco y su única actividad es el eco."

Sirenoide dijo...

Frío, nieve, montaña, cumbre...en este tiempo de olas de calor y consejos obvios para combatirlo, tus palabras refrescan mi mente y exudan libertad.

Me ha gustado especialmente lo visual que resulta tu relato, vívido y plagado de sensaciones que puedo identificar. Y ese paralelismo de la escalada con la vida, con los retos que nos propone, con el miedo al avance y a la caída, con el disfrute del paisaje vital y la incertidumbre del camino por andar.

"Si al franquear una montaña en la dirección de una estrella, el viajero se deja absorber demasiado por los problemas de la escalada, se arriesga a olvidar cual es la estrella que lo guía."
Antoine de Saint-Exupéry

Sirenoide dijo...

Gracias también a ti Bassho por traer las sabias palabras de Ortega, que siempre consigue sorprenderme por la vigencia de sus reflexiones en la actualidad. Lamentablemente, en pleno siglo XXI predomina "la creencia dogmática y fanática" y sigue siendo dueña de la sociedad, bien azuzada por los medios, las redes sociales y la mediocridad política. Las disensiones son fatalmente recibidas, se insulta y vapulea a quien no se suma a la turba. Nunca había vivido tal nivel de censura social, de falta de reflexión y de acoso y derribo a las opiniones "fuera de caja".

Quizá, ojalá, los que no conseguimos integrarnos en el eco, nos libremos de tener en el alma un hueco...

palabrerías dijo...

" La incertidumbre, la incógnita. Si no existe la incertidumbre, si esta se ve desplazada por la capacidad técnica del alpinista, el ejercicio pierde valor. Si no hay misterio, si la preparación técnica y física matan la incertidumbre, el alpinismo está muerto. El alpinismo y el consumismo que conocemos hoy en día son dos fuerzas contrapuestas. Creo que el alpinismo del futuro deberá renunciar a la técnica para no matar el misterio…"

Reinhold Messner

Gracias por por vuestros comentarios

Sirenoide dijo...

Llamamos espíritu libre al que piensa de otro modo de lo que pudiera esperarse de su origen, de sus relaciones, de su situación y de su empleo o de las opiniones reinantes en su tiempo. El espíritu libre es la excepción, los espíritus siervos son la regla; éstos le reprochan que sus libres principios deben ocultar un mal de origen, o bien conducir a acciones libres que no se concilian con la moral establecida. De cuando en cuando, se dice también que tales o cuales principios libres deben derivarse de una sutileza o de una excitación mental, pero quien habla así no es más que la malicia, que no cree en lo que dice, pero quiere servirse de ello para perjudicar, pues el espíritu libre lleva escritos en su rostro, por lo común, los rasgos de la bondad y de la penetración superior de su inteligencia de modo tan legible, que los espíritus subordinados lo comprenden muy bien. Pero las otras dos derivaciones del libre pensamiento se entienden lealmente; el hecho es que muchos espíritus libres se producen de una u otra manera. Pero esta podría ser una razón para que los principios a los que se ha llegado por estas vías fuesen más verdaderos y dignos de confianza que los de los espíritus gregarios. En el conocimiento de la verdad, se trata de lo que se "tiene", no de saber por qué motivo lo ha buscado, por qué vía se ha encontrado. Si los espíritus libres tienen razón, los espíritus gregarios están equivocados, indiferentemente que los primeros hayan llegado a la verdad por inmoralidad, y que los otros, por moralidad, hayan perseverado en falso. Por lo demás, no es propio de la esencia del espíritu libre tener opiniones más justas, sino únicamente el haberse emancipado de lo tradicional, ya sea por dicha o por desdicha. Sin embargo, de ordinario, tendrá la verdad de su lado, o al menos el espíritu de la investigación de la verdad: él busca razones, los demás una creencia.

Humano, demasiado humano.
Friedrich Nietzsche

Sirenoide dijo...

Debe existir alguien... alguien que no deje pasar la frase inexacta o floja que no cambiamos por pereza; alguien que tome por nosotros los gruesos volúmenes de los anaqueles de una biblioteca para que encontremos alguna indicación útil y que se obstine en seguir consultándolos cuando ya hayamos renunciado a ello; alguien que nos apoye, nos aliente, a veces que nos oponga a algo; alguien que comparta con nosotros, con igual fervor, los goces del arte y de la vida, sus tareas siempre pesadas, jamás fáciles; alguien que no sea ni nuestra sombra ni nuestro reflejo, ni siquiera nuestro complemento, sino alguien por sí mismo; alguien que nos deje en completa libertad y que nos obligue, sin embargo, a ser plenamente lo que somos.

Marguerite Yourcenar
Memorias de Adriano (Cuaderno de notas)
Trad. Julio Cortázar

PD: se os extraña por aquí!!!

bassho dijo...

Muy bueno, Sirenoide. Debe existir alguien, sí, ojalá... pero también, quizá, nosotros mismos a veces.

bassho dijo...

Si no existiera el tiempo no existirían las palabras, ni las estrellas de neutrones, ni alguien que un día volviera a casa, o quien sacara a pasear al perro.
Nadie escribiría un cuento, compondría una canción o pintaría un retrato.
Quizá todo sería entonces una gran confusión de nada, ficción, Maya.
Pero dentro de ese terrible paraíso,
donde el infinito se fagocitó a sí mismo
y los rostros han perdido sus nombres
y lo que hicimos ayer,
en lo más profundo de ese agujero negro de olvido
se mantiene,
como un big bang,
tu recuerdo.

bassho dijo...

Hay cantidad de gente muerta trabajando y cantidad de ellos sin trabajar.
Sabe a domingo este olor a pino y trinos de fuente y pájaros.
La luz se reparte sin cuidado por estos nuevos espacios, desconocidos a estas horas, abiertos al vagabundeo estelar, espiritual, físico, mental...
Una corredora atraviesa el parque y más allá un joven pasea con su perro.
La incertidumbre, el desconcierto, pueden ser potentes motores de cambio, de desarrollo, crecimiento y búsqueda.
¿Dónde está lo que soy,
dónde lo que no soy,
dónde lo que puedo llegar a ser?

bassho dijo...

¿Qué propondría para ser feliz?
No proponérselo. Es un efecto secundario. Estar conectado, estar armónico, disponible, fluido. La felicidad es ese modelo, como el de salud, que no se nota. No sabes que lo eres, pero estás bien. Es un regalo increíble que todo tu sistema operativo no absorba atención y esté disponible a lo que tengas que hacer. Yo lo llamo un EcoEgo de bajo consumo. No gasta.
(Fidel Delgado, Titiripeuta)

https://www.revistaesfinge.com/entrevistas/item/1518-la-vida-no-es-tan-dificil-de-entender-entrevista-a-fidel-delgado-titiripeuta

bassho dijo...

"La perplejidad es el resultado de la aproximación al Ser, que es, sin ser ni individuo ni individuación alguna.
...
La perplejidad es la compañera inseparable de quien conoce sin que pueda decir qué conoce.
La perplejidad invade a quien ama sabiendo que ama un abismo inconcebible.
...
La perplejidad no abandona al que se sabe asentado en la paz inconmovible de una ausencia.
La perplejidad acompaña al que siente el peso y el calor de una presencia que es una ausencia.
La perplejidad es el lote que acompaña al pobre viviente cuando se adentra en los campos infinitos del Ser-Conciencia.
La dulce perplejidad abruma a quien comprende que “el que es” es el Padre verdadero de su propio ser.
La perplejidad pacificadora invade a quien llega a comprender que su verdadero lugar de residencia y su verdadero ser,
es el abismo insondable de “lo que es”."

(Maria Corbí: "Cantos de eternidad: La sabiduría de Rumi en el Mathnawi"