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2 de abril de 2020

Cuanto


La cuantificación es un valor absoluto en este Universo contable que hemos construido. Todo aquello no cuantificable, pertenece al espectro de lo invisible y adolece de reputación o simplemente es negado.
Contamos riqueza y pobreza, cuantificamos éxitos y despreciamos fracasos, contabilizamos palabras y páginas en un texto, contamos población, votos. Recurrimos a la prestidigitación de la estadística para establecer nuestras decisiones, registramos el tiempo como unidad contable, enumeramos nacimientos, defunciones, enfermos, inmigrantes, dinero, apoyos y disidencias.
En estos días de oscuridad del alma humana, contabilizamos mascarillas, respiradores, EPIS, medicamentos, camas, UCIS, hospitales, fallecidos, infectados, curados, parados, ERTES, dotaciones, médicos, contamos el tiempo de confinamiento, dinero, ayudas, aplausos, insolidaridades…
No, las insolidaridades mejor no las contabilizamos no vaya a ser que mostremos nuestra vis más farisea. Pero no deja de ser atormentante el número de ancianos a los que, nuestra sociedad del bienestar está dando por descontados, considerados de antemano como bajas inevitables de esta guerra cainita.
Gobiernos democráticos, parapetados tras la emergencia, solicitan a los sanitarios que atiendan primero a los que más posibilidades tiene de curarse dejando a nuestros mayores, ellos que han sido nuestra vanguardia, en la retaguardia de los recursos.
Gobiernos con gran desparpajo y poco escrúpulo, aconsejan que a los mayores no se los lleve a hospitales para que fallezcan mejor en sus casas. Ancianos recluidos en guetos geriátricos a los que se aisló desde el principio en focos localizados de contagio, para conseguir aislarnos de ellos, con los previsibles resultados.
Los mayores tienen todas las perder, porque los números van va en su contra, disponen de menos tiempo potencial de vida, son el colectivo más afectado, el porcentaje de recuperados es menor, su recuperación es más lenta, aglutinan más afecciones y requieren más cuidados en un momento, en el que los recursos hay que optimizarlos.
Lo cuantitativo se impone sobre lo cualitativo, se impone incluso al derecho a la vida, porque tiene la ventaja de apoyarse en datos, en números, es la epifanía de nuestro tiempo.
Podrían aducirse otros criterios distintos; como privilegiar a los nacionales sobre los extranjeros, los payos sobre los gitanos, los hombres sobre las mujeres, los licenciados sobre los bachilleres, los que tienen un empleo sobre los desempleados, los de mayor cociente intelectual sobre de que tienen menos, los cultos sobre los ignorantes, los fuertes sobre los alfeñiques, ¿los primeros en llegar?…, y así podríamos extender la lista de criterios o desarrollar un algoritmo de entre todas ellas.
Sin embargo, cualquiera de estos criterios nos chirría al oído y a la mente, porque parecen criterios arbitrarios, sin fundamentos sólidos o incorrectos. Lo cierto es que son criterios tan tajantes y brutales como el aceptado, solo que este es un criterio cuantitativo, estadísticamente cierto. Buen oxímoron esto último.
Nosotros europeos, progresistas, socialdemócratas, liberales y patriotas, escogeremos esta criba, aceptaremos el triaje sin rechistar. Ya pasó antes con los inmigrantes, ahora es con nuestros mayores, pero todo esta bien, todo por el interés general, por el bien mayor ya que nosotros ni somos inmigrantes ni mayores. Descanse en paz, entre tanto, nuestra conciencia, los números nos avalan.

2 comentarios:

bassho dijo...

Muy interesante tu reflexión. La verdad es que siento un poco de escalofrío ante tus palabras que describen una terrible realidad. Cierto es que cualquier discriminación ante la posibilidad de atender a unos antes que a otro es repugnante.
La situación nos plantea retos, preguntas, replanteamientos... que hay que hacer en profundidad y que tendremos que abordar una vez pase esta emergencia.
En mi opinión hay muchas raíces-causas de esta situación:
Un de ellas es que los gobiernos liberales anteriores tuvieron una criminal intención de cargarse la sanidad pública, o la menospreciaron, debilitándola y acusándola. La dejaron así tullida para afrontar una crisis de esta envergadura.
Otra causa son las ideologías, en este caso, socialdemócratas-de izquierdas que ponen sus consideraciones ideológicas sobre acciones de prevención y protección de una mayoría.
Que tanto los gobiernos de derecha como los de izquierda hayan permitido la existencia de residencias indignas, donde los ancianos viven hacinados, no podía traer nada bueno, dejando en manos privadas que buscan el beneficio una asistencia que debería ser prioritaria, pública y de calidad.
Otra el tipo de vida que tenemos donde sobra todo aquello que no es "productivo"...
La obligación de sobrevivir sin sentido, sin condiciones, sin deseo ni ganas... porque determinadas ideas religiosas con sus preceptos morales impiden decisiones.
La actitudes insolidarias que en los peores momentos deciden poner el dedo en la llaga en vez de arrimar el hombro y trabajar por el bien común...
Sé que en los hospitales se vive una situación de guerra abierta, sin metáforas, sin recursos suficientes, sin tiempo...
¿Y qué hacemos si no nos queda más remedio que elegir entre una persona que está en estado terminal por distintas causas y otra que tiene posibilidades de sobrevivir? Creo que debe ser durísimo...
Participas en una batalla, en el campo donde se desarrolla tienes que elegir cargar en las espaldas entre dos compañeros gravemente heridos, para salvar a uno de ellos, solo puedes con uno... El criterio de su raza, de su género, de su ideología, de si es amigo o no, no debería ser criterio nunca, ¿Entonces con qué criterio mínimo podríamos actuar para elegir uno de ellos? Creo que el primero y único sería el que más posibilidades tiene de sobrevivir, y una de las variables, y digo una de ellas, tiene que ver con la edad.
Ojalá podamos salir de esta pandemia, de esta crisis global desarrollando más nuestra humanidad tanto como individuos y como sociedad... Y para eso tendremos que dejar muchas cosas detrás y poniendo la vista en muchas por delante.
Pero dicho todo esto, estoy de acuerdo con tu reflexión, que creo que se mueve en terrenos de reflexión profunda.
Pero, cuando pienso en lo que me decía un familiar médico que lucha a brazo partido en un hospital de Madrid ahora, consideraciones de calado no le sirven para su día a día, en donde no da a basto de atender a unos y otros...
Pero eso no significa que no tengamos que seguir haciéndolas, ahora y en el futuro, porque la solución de esas consideraciones son las que podrían evitar hechos como los que se están produciendo.

Sirenoide dijo...

Por favor, mirad este pequeño homenaje, yo no tengo ni más ni mejores palabras que aportar...

Mis viejos: https://www.youtube.com/watch?v=24wrvrAcJHs

Os mando un abrazo enorme y mucha fuerza.