Páginas

Buscar este blog

24 de octubre de 2009

Peregrinación

Modernas tribus de peregrinos 2.0 reemplazan al arcaizante personaje del medievo, que emprendía peregrinaciones esforzadas y hasta tortuosas, para alcanzar el favor de aquella alejada divinidad.

Son los nuevos romeros en busca de una nueva tierra santa. Tierra prometida a golpe de click, en forma de irrenunciable oferta de temporada. Modernas y acaudaladas hordas han cambiado el fervor beato, abnegado y doliente, por el gusto fácil y simple de hacer turismo.

Cientos, miles de nuevos peregrinos todos a una, como un solo ser, todos distintos aunque iguales, se dan cita en los mismos lugares, en idénticas fechas abarrotando abadías, centros históricos, parajes singulares, ciudades milenarias o pueblos olvidados en el tiempo, con el desparpajo y la naturalidad del que hace la compra en el centro comercial.

Turismo moderno, peregrinaje que transforma aquello de lo que gusta y venera, para despreciarlo luego cuando su propia actividad lo altera.

Modernas multitudes fieles al culto del ocio, inundan lugares sagrados o paganos de sonrosadas pieles envueltas en casual wear. Miradas bizqueantes, que perdidas en diminutas pantallas LCD, intentan registrar en sus cámaras por mirada interpuesta, ese momento del que hay que dar fe, antes de que se aleje definitivamente. Vivir fingido entre miles de seres que se aglutinan en la cola del museo diocesano o frente a la torre de la aquella iglesia, que promete una visión única desde lo alto del campanario.

Historia y cultura mirada más que nunca pero vista como siempre, porque ninguna huida, ni la del moderno peregrino, deja atrás el bagaje personal y colectivo que lleva en la maleta del corazón y de la mente todo individuo; ser-gregario, hombre-masa, civilización-colmena, adocenada y dócil, mientras pueda seguir adquiriendo las modernas indulgencias en forma de vitales experiencias.

Pero como bassho bien nos recuerda: “La vida es un hecho espiritual en donde la base de todo es trascendente” así pues “agarremos lo que los sueños nos susurran y salvémoslos del naufragio de la vigilia”, permítase esta cita, en voz muy baja.

2 comentarios:

Sirenoide dijo...

...y los que describes no están tan mal, en el mejor de los casos hay alguna inquietud cultural. Porque están también los peregrinos del consumismo, los que invaden cualquier fin de semana o fiesta de guardar los centros comerciales llevando a sus hijos al templo del materialismo más exacerbado y enseñándoles desde bien pequeños, el loco "placer" de gastar por gastar. Siguen endeudados, pidiendo créditos para mantener una imagen, un status comprado con el sudor de su frente. Se sitúan lo más lejos posible de la espiritualidad y la trascendencia (no vaya a ser que pensar desgaste los cerebros), el vacío más absoluto se apodera de su existencia pero, eso sí,esos "peregrinos" van a la última y se mantienen entretenidos entonando una Oda a la farsa y al absurdo.
A veces creo que no hemos aprendido nada...

bassho dijo...

La forma de hacer turismo, "de peregrinar" está diciendo tantas cosas sobre nosotros como civilización... La superficialidad, el consumo del arte y la historia, de los momentos que ya pasaron... Es el intento de vivir fuera de nosotros, de lo que somos, de lo que nos rodea ahora y aquí. Objetivo baladí imposible de alcanzar. Por ello nada nos transforma, siempre regresamos siendo los mismos. Tu escrito es lúcido y se agradece.