Oikos (casa) logos (tratado)
El hombre se relaciona con sus iguales
y con el medio en el que vive desarrollando un proceso de adaptación inverso,
una adaptación a sí. El desarrollo humano es una carrera hacia la construcción
de un mundo ajustado a las veleidades humanas, convirtiendo la adaptación al
medio en un medio adaptado.
El hábitat en que vivimos es la
tecnosfera, un espacio artificial y tecnológico presidido por máquinas, tecnología
y artificio. Es este un hábitat en el que se interrelacionan una gran
diversidad de seres, la humanidad con un entorno cada vez más unívoco.
Las ideas también se desarrollan y
relacionan con el entorno creando verdaderos ecosistemas; las religiones son
ecosistemas perfectos donde los individuos se interconectan con símbolos e imágenes
generadores de cuerpos de representación con los que habitan, conviven, a los
que aman e incluso por los que dan la vida.
Las ideas cuando derivan en teorías,
filosofías, ideologías generan su propia ecología y esta, puede ser una o la
contraria dependiendo del entorno espacio temporal en el que se desarrolle, así
las ideas que son adoptadas como imprescindibles en un lugar o en un tiempo,
son rechazadas por completo en un lugar o tiempo distintos.
Dentro de esta gran tecnosfera carente
de naturalidad, la sofisticación de las ideas es parte de una tendencia a la
compleja artificiosidad. Las ideas más descabelladas toman protagonismo en un
mundo, cuya complejidad extrema lleva a un alto grado de simplicidad mental en
el individuo, un individuo que se encuentra incapaz de aprehender una
representación de la complicada diversidad que lo rodea.
Las ideas más incoherentes cobran identidad
en cuerpos ideológicos sin argumentos ni concurrencia de la razón, es la
revancha del mito que se vuelve a imponer desde el corazón del logos.
Viejas ideologías vuelven con fuerza
en nuestros días, pensamientos descabellados erradicados en siglos pasados
regresan con intención de instalarse, tecnócratas y cientifistas hacen de su
modelo dogma, repitiendo el patrón del pensamiento religioso que tanto abominan.
Como en todo ecosistema la
supervivencia de las ideas necesita de un número de individuos suficiente para
que crezcan e inteligencia, es decir, adaptación para que prosperen.