La aventura sin nombre ni triunfo, la aventura sin gloria ni
cumbre, aventura carente de record, ausente de toda primicia, ajena a la
conquista, desvinculada de la primera vez.
La aventura sencilla alejada de la fama y la gloria, es la
aventura personal, íntima, la aventura de Shackleton, Monod y Thesiger.
Aventuras de desierto, sin cimas que alcanzar sin ganancia seductora. Aventura
sin éxito.
Es la aventura de la vivencia cansada, cruda y descarnada,
de la dificultad más allá del límite, del combate personal contra uno mismo, es
la aventura de la supervivencia, aquella esencial, aventura inmanente. Es esa
la que anhelo, la que conmueve, es la aventura primordial que se vive en el interior,
la aventura del viaje a Ítaca.