Páginas

Buscar este blog

26 de abril de 2013

Rostros


Surcos recorriendo toda la superficie, grandes pliegues acentuando la rudeza de un lugar seco y devastado.

Espacios cuarteados, tallados por los rigores de decenas de inviernos, de sinfín de estíos.

Cándidos, estructurales, surcos de la ira y de la bondad de los hombres. Como sendas que recorren sus rostros, rostros de tierra reseca tatuados con trazos de estilo y buril.

La vida cincela hoy nuestro rostro de mañana, como capa corácea a veces, como tela sutil otras.

Cada miedo, cada rencor, cada amor y desamor, cada pensamiento, locura o temor, cada sentimiento, desvelo, incertidumbre, aprecio y desprecio queda grabado en la profundidad del alma y en la superficie del rostro.

Rostros que desvelan lo mejor y lo peor, en afectadas facciones acumuladas, superpuestas.

Me asomo al abismo de mil rostros, rostros que me miraron, semblantes perdidos ya en los confines del tiempo, rostros atormentados, rostros que se perdieron.

Surcos de vida esculpen volúmenes y senderos hechos con jirones de lo que en cada instante habita en lo interior.

Rostros desfigurados, monstruos hechos rostro, rostros aún por cincelar, rostros nuevos y antiguos rostros, rostros bellos e impecables, libres aún de la gubia del tiempo.

Rostros ocultos que no quieren mostrar su realidad, rostros tapados, maquillados, operados, botulínicos rostros, rostros desesperados por ser quien no son.

Rostros duros protegiendo el interior débil, rostros débiles dulcificando el oscuro interior, rostros efigie, mueca o mohín, hieráticos rostros inexpresivos con la crueldad a flor de piel. Rostros inmutables ante el sufrimiento y otros empáticos hasta la extenuación.

Rostros todos que cuentan vidas en lenguaje de gestos, pliegues de piel como palabras escritas en un verso.

8 comentarios:

bassho dijo...

Muy bueno el texto. Expresivo y lúcido como una buena escultura cincelada con arte, frescura y fuerza.
Recorres todas las posibilidades que puede reflejar nuestro rostro tantas veces convertido en máscara.
Les decía hoy a mis niños cuando les iban a hacer una foto: que cada uno esté como él es, como mejor se encuentre, sin gestos añadidos, como os encontréis mejor... La foto ha salido preciosa. El rostro que menos me ha gustado, el menos reconocible ha sido el mío.

Todos los rostros en un rostro, todos los gestos en un solo gesto.

Gracias

Gracias.

Sirenoide dijo...

El de mi padre, ajado, triste y doliente pero tan necesario para mí. Los de mis niños, cuya viveza y alegría me contagia y en los que encuentro siempre parte de mí misma y mi conexión imprescindible con la vida. El de mi amor, anguloso y elegante conteniendo la mirada que me perturba y la sonrisa que me arrebata. Los de mis amigas y amigos, cuyos ojos me miran llenos dulzura y comprensión.
Todos esos rostros de la gente a la que quiero me parecen bellos, para mí lo son porque conozco y amo lo que sé que hay detrás.

También me cruzo a diario con rostros cuya fealdad me sobrecoge. No es una cuestión estética, más bien es sutil, surge de una forma de mirar torcida, de la desconfianza, de la inseguridad. Una fealdad que va de dentro afuera, que nace de la vileza. Del lado oscuro que todos tenemos pero sobre el que decidimos. Con nuestros actos y pensamientos podemos embellecer la vida o hacerla más ruin. La decisión que tomemos se reflejará en nuestro rostro. No me cabe duda.
Todos conocemos personas cuya belleza trasciende los cánones estéticos impuestos emanando una luz que lo inunda todo. Esos rostros son los que me reconcilian con lo bueno de la vida.

Gracias por un texto tan potente Palabrerías, me ha ayudado a reflexionar sobre muchas cosas.
Bassho, por si te sirve de consuelo, no conozco a NADIE que se guste en una foto. Normalmente a mí me espantan mis fotos, quizá tenemos otra visión de nosotros mismos...o simplemente, no sabemos posar!! ;-)

Sirenoide dijo...

Extraña

Me siento extraña, ajena. Las cosas y las personas que me han rodeado siempre ahora me resultan lejanas. Creo que no han cambiado ellos, sé que soy yo. Hay algo nuevo en mí que me hace sentir incómoda en mi entorno habitual, una especie de vacío, de desarraigo. Algo que me mueve hacia la soledad, quizá para encontrarme, para acercarme a mi esencia.
Siento que no encajo, que lo que hasta ahora había sido mi “zona de confort” se ha convertido en algo incómodo. Me conmueven situaciones, acciones y momentos a los que antes no prestaba atención, que no eran importantes para mí.
No quiero juzgarme, culpabilizarme ni condenarme. Es algo más fuerte que yo, un instinto, una intuición que ni siquiera identifico pero que me rebela contra mi realidad inmediata.
Aquí me desahogo, me expreso sin expectativas, sólo escribo lo que me pasa sin esperar que nadie lo entienda ni me responda. Palabrerías es casi el único resquicio de calma en medio de mi tormenta interior. Un lugar en el que me siento libre de contar, de sentir, de SER.
Gracias por eso

Sirenoide dijo...

Comparto con vosotros este poema tan hermoso, que me emociona hasta las lágrimas (¡qué raro!) a colación del título que Palabrerías le dio al post:

ROSTRO DE VOS

Tengo una soledad
tan concurrida
tan llena de nostalgias
y de rostros de vos
de adioses hace tiempo
y besos bienvenidos
de primeras de cambio
y de último vagón.
.
Tengo una soledad
tan concurrida
que puedo organizarla
como una procesión
por colores
tamaños
y promesas
por época
por tacto y por sabor.
.
Sin un temblor de más,
me abrazo a tus ausencias
que asisten y me asisten
con mi rostro de vos.
.
Estoy lleno de sombras
de noches y deseos
de risas y de alguna maldición
.
Mis huéspedes concurren,
concurren como sueños
con sus rencores nuevos
su falta de candor.
Yo les pongo una escoba
tras la puerta
porque quiero estar solo
con mi rostro de vos.
.
Pero el rostro de vos
mira a otra parte
con sus ojos de amor
que ya no aman
como víveres
que buscan a su hambre
miran y miran
y apagan la jornada.
.
Las paredes se van
queda la noche
las nostalgias se van,
no queda nada.
.
Ya mi rostro de vos
cierra los ojos.
.
Y es una soledad
tan desolada.

(MARIO BENEDETTI)

palabrerías dijo...

Cuando hasta los más cercanos parecen alejarse, cuando lo cotidiano se nos hace insoportable, cuando nuestros allegados se antojan distantes, se evidencian síntomas de cambio: cambio de piel, cambio de rostro, de vida, de modelo de pensamiento, cambios en definitiva que nos hacen evolucionar y en esta evolución encontramos aquello que nos queda ya pequeño, inapropiado, desfavorecedor en esta nueva etapa que comenzamos, esto es madurar y madurar conlleva cambios que nos hacen ser unos desconocidos a nuestros propios ojos y nos hacen ver como desconocidos a aquellos que hasta hace poco eran cercanos.
Es la vida y sus etapas ineludibles.

bassho dijo...

Me alegro que este espacio virtual de palabras pueda servir para que te expreses con libertad, Sirenoide, para que descanses durante unos instantes en él.
Como sabéis, yo mismo lo he utilizado muchas veces para eso: desahogándome, limpiándome, reconciliándome conmigo mismo, que es con quien, sobre todo, tenemos que hacerlo.
Aquí he expresado también mi miedo y desconcierto...
Siempre estamos a un solo paso de una distancia inabarcable con los demás, pero también a un solo paso de tocar, rozar el rincón más escondido de cada uno.
Recorriendo esos trayectos nos construimos en profundidad.
Un abrazo.

Sirenoide dijo...

Gracias por vuestros comentarios, siempre tenéis la palabra precisa en el momento adecuado y desde luego las palabras son potentes, ayudan, sirven de apoyo. Quizá de forma inconsciente sois inspiradores, propulsores y motivadores.
Tengo claro que esta incomodidad de la que os hablo me situa frente a mi misma más que nada. Me pone el espejo de alguien que me cuesta reconocer por el cambio pero que sin duda se acerca más a la esencia de lo que soy. Lo que tengo que asumir (y es lo que más me cuesta), es que se paga un costoso peaje por ese cambio de piel tan doloroso como necesario.

Sirenoide dijo...

Solo cuando la mente se niega a fluir con la vida y se estanca en las orillas, se convierte en un problema.
Fluir con la Vida quiere decir: Aceptación de lo que llega. Dejar ir lo que se va.

(Nisargadatta)