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7 de diciembre de 2017

Umbral

Avanzaba por la conocida carretera una mañana en que la luz dialogaba e invadía el aire. Suave, la autovía era un torrente suave por el que se deslizaba el viejo volvo, tranquilo, calmado.
El aire brillaba en luz mientras un vehículo, de plateado remate trasero, adelantaba con la misma parsimonia con la que se fugaba el tiempo. Entonces sucedió.
Un umbral se abrió, un instante, corto e infinito, dejando ver detrás los ecos de un mundo primordial, entre lo onírico y lo vivencial. Brotes fugaces de un submundo conocido y cercano desplegaron sus efluvios con la certeza contundente de la realidad que los ojos han visto.
Un suspiro, una mirada directa al abismo, a un precipicio lovecraftiano, a un talud de realidad coexistente, cuántica, primigenea, oculta.
Las sombras, de una verdad indescriptible dejaron su aroma de húmeda cotidianeidad, cuya mirada reconocible asombra al alma.

Se cerró el resquicio tenue de aquel limen incalculable y en su obstrucción se perdió su recuerdo, dejando tan sólo el delirio de un aroma.

2 comentarios:

bassho dijo...

Siempre hay una puerta, o un resquicio, que se abre a otras realidades, tiempos, sensaciones...
Un abrazo. Feliz Navidad.

Sirenoide dijo...

Qué interesante ese umbral entre lo consciente y lo subconsciente, esas sensaciones, impresiones y emociones que quedan enterradas o adormecidas en algún lugar lejano y profundo de nuestra mente y que, incomprensiblemente afloran ante algún estímuloo improbable.
Siempre me fascinó el mundo de los sueños, la extraña información que nos aporta nuestro mundo onírico alimentado de complejos y represiones, me parece que ahí se ubica a veces ese lado oscuro que, sin duda, todos tenemos y casi siempre acallamos queriendo o sin querer. Ese espejo que no queremos mirar, ese lugar pantanoso e inquietante que nos cuesta explorar.
A veces he sentido un destello parecido al que cuentas, Palabrerías, una imagen, un sonido o un olor que me han transportado a otro lugar reconocible pero indescriptible. Quizá sean esos resquicios que apunta Bassho, brechas que se abren en este escenario para recordarnos que "toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son".