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21 de noviembre de 2017

La Fosa

En el fondo del valle se abría la sima en la que se habían refugiado los buscadores de identidad, al principio fue como por casualidad que encontraron aquella oquedad oscura y húmeda y decidieron internarse en ella sin mas pretensión que la llamada de la curiosidad. Así trascurrió mucho tiempo, visitas periódicas a aquella cavidad de la que cualquiera hubiese dicho que no cabría sacar nada.
El andar del tiempo, que todo lo aturde, lo decolora y en ocasiones solemniza lo más banal, se encargó de dotar a aquel agujero oscuro de un halo de turbia sacralidad que lo fue convirtiendo en centro de peregrinaje de una región sin génesis ni historia.
La Fosa, comenzó pronto a considerarse un lugar místico y las autoridades, tuvieron que improvisar una regulación de paso ante el aluvión de visitantes que se concentraba ya, casi a cualquier hora de cualquier día, en la entrada. Vayas, enrejados, una garita para dispensar entradas, visitas guiadas, número restringido de visitas.
La sima pasó de ser un refugio de pastores y ganado a un lugar de peregrinaje consagrado y centro de identidad regional. Al agua que exudaban las ennegrecidas paredes se le otorgaba poderes curativos de aftas y otras alteraciones cutáneas, la tierra del suelo se utilizaba en compresas relajantes y calmantes de dolores internos. Se decía, que respirar el aire de su interior purificaba los pulmones y prevenía el cáncer.
Ordas de gente anhelante de creer en algo emprendían año tras año el camino que conducía a la Fosa, cuyos responsables habían creado su propia iconografía medio cristiana medio pagana, con su propia logomarca, elementos imprescindibles en toda campaña de marketing, desde la antigüedad clásica a nuestros días.
Un lugar curioso y ocasional, se transformó en un centro de visitantes permanente, de dudoso valor estético pero cargado con toda la fuerza de la sinrazón que aporta el dogma, la fe…
Fosas, cuevas, cavernas, surgencias brotan y se multiplican diariamente en torno a ideas, a ideales que rápidamente germinan en dogmas y van sentando las bases de nuevas ideologías, construidas con los mismos materiales que las viejas. Credos nuevos, creencias restrictivas con lo distinto, formas impositivas que van calando en el tejido del pensamiento, inoculando modelos, patrones de acción, estándares de lenguaje, liturgias gregarias que asientan movimientos tan oscuros como la misma Fosa.

2 comentarios:

Sirenoide dijo...

Fosas ideológicas, fosas identitarias, fosas de género y número, fosas religiosas, políticas, territoriales, raciales...fosas que aíslan y alejan de la realidad pero que nos conectan con otros de pensamiento idéntico, único.
Qué fácil caer en esas cavidades, buscar una etiqueta, dividirnos y colocarnos en oquedades sin comunicación posible entre ellas. Con qué desatino se trabaja en destruir lo que con tanto trabajo y esfuerzo se ha tardado en construir, qué enorme empeño en ensalzar y subrayar lo que nos diferencia en vez de insistir en lo que nos une, que es siempre mucho más y mejor.
No me interesan esas cavernas, oscuras, yermas, inertes y frías. Prefiero el campo abierto del pensamiento libre donde respirar hondo los aires mezclados de la humanidad.

bassho dijo...

Muy bueno el texto, lúcido y transparente a pesar del título. Estoy de acuerdo en la muestra que haces de la sacralización de ciertas ideas, pensamientos,,, para convertirlos en rincones oscuros y rancios, siendo en su origen una expresión de la búsqueda y la inquietud de lo humano ante el misterio.
Comparto con Sirenoide el amor por los espacios amplios y abiertos que permiten respirar y buscar lo que somos y lo que es.