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25 de octubre de 2012

Noche


Los largos brazos de la noche se deslizan bajo mis pies, la tenue penumbra se torna oscuridad, avanzan las tinieblas, pardas, grises, negras...
La muerte mira desde la atalaya sin perder detalle, me sumerjo en aguas frías y oscuras sin percibir la realidad.
Ira, rebeldía, entrega…, una inconsistente línea de pensamiento desbordante, un clamor por el cambio, una obstinada idea de revolver los cimientos de la instalada realidad.
Miro un paisaje yermo y desconsolado, una llanura quemada por un insistente sol, miro la distancia a todas partes, el brillo del espejo en la mirada.
Luz azul, temor acrisolado, manto de esmeralda para la reconciliación del alma, capa de alabastro para el postrer temblor.
Largos brazos nocturnos me abrazan, como para quedarse, empujados por el opaco resplandor de una materia macilenta y melancólica. Pensamientos de agonía, leve cándido temor.
Ayer resplandecía, hoy apagado todo resplandor…, vida monótona se agolpa en la cocina, refulgente vida en el recibidor. ¿Dónde estás cuando ya me he ido?, ¿a dónde volverás, después de volver yo?
Volverá sobre la empalizada a crecer la hierba renovada, volverá la vida al corazón, la madurez, se pierde ahora en la nada, el resplandor es un eco de anteayer.
Enfrente un toro de brillante lustre, perlas de nácar gravitando sobre su testuz, miro sin ver el trascendente tiempo, veo sin mirar la menguante luz.
Fuegos de ayer iluminan ahora, luces de hoy sobre el monumental ayer, cambio ya el paso sobre el paso cambiado, cambia la luz brillo y resplandor.
Cansado estás de estar ya tan cansado, libre de pensar sobre el final del camino, camino libre de sólo pensar, cambia la luz de poniente, céfiro vaporoso que otorga halos de crepúsculo a la luz casi estival.

5 de octubre de 2012

Visiones


Espacio lleno, repleto, colmado de ausencias. Desierto, lugar de encuentro de ausencias, reunión de silencios. Nos reencontraremos en las llanuras abrasadas de soledad, entre la arena y el cielo. Vivencia en el vacío, contemplación de la nada, cuando el recuerdo es pura ausencia y el sentimiento melancolía.
Me sumerjo en la materia insustancial del recuerdo, palpo el frío fuego que te rodea, el ácido sabor de lo perdido. Recuerdos en blanco y siena, luz de invierno bajo sol ardiente, anhelos vitales cristalizados en polvo de arena.
Vislumbro dunas interminables, salobres llanuras, colinas vigilantes, líneas dibujadas de sol y pureza.
Cada instante vital es único e irrepetible, momentos fijados en la superficie indeleble del alma, instante único y último, viento cálido, seco, abrasado por el paso de los siglos, impregnado de estricta soledad. Cordura envuelta en magnético y permanente estío.
Sigo avanzo en un tiempo detenido en el oasis intemporal de la esperanza, tensa e irreflexiva espera, bonanza de tiempos mejores, búsqueda de la emergencia.
Veo la cálima envolvente, la erosión de la memoria, gritos sordos en la plenitud de la sordera.
Ánimo permanentemente renovado, tiempos binarios, hoy y pasado juntos, fundidos en cristalino abrazo.