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21 de agosto de 2012

Perfume


Un rastro de perfume invade el aire, habitándolo desde su interior, un legado dulce y suave que se expande y amplifica. “Perfumes que cambian la vida”, podría ser un slogan para una campaña de publicidad, pero como puede un perfume cambiar algo, y más la vida, ¿tiene acaso el aroma algún vínculo con el cambio?, ¿se trata de un cambio permanente o único?, ¿puede ser el cambio único, no permanente?, ya que, si es único no sería cambio, al menos no permanente. Lo que es evidente es que el aroma permanece, introduciendo un cambio en el aire en el que se mueve, ¿se mueve el aroma?, claro, con el aire, se mueve, y permanece y cambia el aire, al menos su cualidad intrínseca, es decir que el aroma algún cambio ejerce, sí pero ¿cambiar la vida?.
El aroma persistía en el ambiente, generando un rastro a través del cuál se podía seguir a la portadora, digo portadora no porque me arrobe (@) el lenguaje no sexista, sino porque al ser un perfume netamente femenino se infería que su ser portante, era del género en el que la discriminación se hacía positiva, pero ¿puede ser positiva la discriminación?. El perfume persistía e insistía en atrapar toda pituitaria a su alcance, y era mucho su alcance, al menos en horizontal. Pensé: ¿y en vertical?, se extenderá también verticalmente ¿hasta dónde?, ¿hasta la estratosfera en algo así como una expansión infinita?, ¿puede ser infinita la expansión de algo?, sí del universo, o al menos eso dicen los tecnócratas de la ciencia, “el universo se expande desde el big bang de forma infinita…. y bla bla bla….”, pues el perfume igual, lo mismo deja su esencia indeleble en todo cuanto “toca”.
Lo cierto es que el aroma deja una huella impresa en el cerebro, que se almacena en forma de recuerdo, igual que podemos recordar un acontecimiento, un nombre o una cara, podemos recordar un perfume, a veces, asociado a sentimientos. Los aromas, como los sonidos crean un núcleo de recuerdos compilados, que se activan sólo con inhalar de nuevo el perfume o escuchar la melodía que los generó.
No logré saber cuanto tiempo llevaba oliendo aquel hechizo en forma de perfume pero parecía mucho; acaso el tiempo se detiene con el olfato, o tal vez se hace infinito, ¿otra vez infinito?, ¿otra vez el rollo del universo…bla bla bla…?, el caso es que el tiempo parecía alterado por la sutil percepción embriagadora del perfume, ¡pareciendo alterar el tiempo y el espacio!, ¡Cielos!, el espacio-tiempo alterado por un simple perfume, bueno simple sí, pero caro, pues se trataba de un perfume muy caro, es normal, para estar dotado de esa mágica propiedad debía de ser un perfume muy especial, y sabemos que todo lo especial en esta sociedad es caro, cuanto más especial más oneroso.
Aquel tiempo detenido…., ese espacio en expansión… Capaz que ese perfume podía cambiarnos la vida, pero ¿quién era la portadora de aquella maravilla hecha fragancia?, imposible saberlo, por el paso de cebra desfilaban decenas de viandantes ensimismados todos con aquel perfume, unos iban, otros venía, todos cruzaban a cierta velocidad, para inmediatamente ralentizar el paso, justo cuando la esencia suspendida en el aire fragmentada en millones de insignificantes partículas, alcanzaba como estímulo sensorial el cerebro, produciéndose el mágico efecto descrito tiempo-espacial.
Podría parecer, por la intensidad del efluvio, que la portadora había derrochado una cuantía inmensa de aquella loción, o que se había bañado en ella, o simplemente que la rotura del frasco había precipitado sobre su cabeza el preciado contenido, un contenido que después de impregnar a su propietaria amenazaba ahora con invadir la ciudad entera…, pero no era así en realidad; una sola gota de aquella esencia bastaba para embeber toneladas de aire, por eso era una esencia, una sustancia concentrada en su saturación, una gota de esencia.
El perfume tiene la cualidad también de generar en torno a sí una burbuja de sensaciones, un micro mar donde los sentidos se sumergen y quedan atrapados, aislados de cualquier otra realidad, realidad en sentido figurado, pues ¿es realidad un aroma?, o es la sensación que llega hasta el cerebro una percepción interpretada, ¿interpretada por quién?..., lo cierto es que nos sitia, apartando, alejando cualquier otra percepción, es como si el sentido del olfato, sólo a veces, cuando un aroma penetra con intensidad y gallardía hasta lo profundo, decía, es como si el sentido del olfato jerarquizara toda sensación seleccionando una entre miles y subordinando todas las demás.
El sitio del aroma, el asedio del perfume…. Decaía su intensidad invitando a seguir su huella horadada en el aire, un rastro color sol se confundía ya con los sonidos y las luces de una ciudad, que por ahora, no había sido totalmente conquistada.