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11 de septiembre de 2011

Palimpsesto


Cada pasaje, los acontecimientos, el suceder de la vida cotidiana se escribe sobre un pergamino invisible, personal y único. Sobre este paño intangible quedan reflejadas vivencias, memorias, sentimientos, temores, logros, anhelos…

Lo que somos y lo que fuimos se superpone en capas cuyos trazos más o menos profundos, más o menos marcados van componiendo un entramado de líneas que componen el palimpsesto de tu vida.

Como líneas que se entrecruzan, interfieren, desdibujan, la personalidad va quedando plasmada en un dibujo laberíntico a menudo indescifrable y complejo.

Sobrescribimos nuestra historia una y otra vez sobre un mismo soporte, y la profusión de las líneas cinceladas del pasado, pugnan por destacar sobre las líneas recién escritas del presente; líneas coincidentes o antagónicas, multiversos entrelazados, pentimento de artista sobre el lienzo.

11 comentarios:

Sirenoide dijo...

Bonito palabro (que no palabrería) y más interesante aun esa capacidad de reinventarnos, de reescribir nuestra vida con más sabiduría si hemos aprendido algo por el camino. Oportunidad de aprender y sorprendernos cada día y no dejar nunca de hacerlo. Posibilidad de ser dinámicos (como el dúo) y no estáticos. Panta Rei. Heráclito frente a Parménides...siempre es así.

Nuestra vida sigue su curso y llegamos a lo que somos gracias a las experiencias vividas. Al final todo va encajando, cada vivencia tiene un por qué y cada persona un lugar. Y nuestro lienzo se va enriqueciendo de colores y formas.

bassho dijo...

Texto plástico en el que reflejas la influencia y el gusto por el arte de la pintura.
Los trazos son firmes, bien definidos. Las palabras cuidadas, dibujando un buen lienzo enmarcado.

bassho dijo...

Si solo soy…

Si solo soy este cuerpo físico, esta conexiones neuronales, impulsos eléctricos, reacciones químicas, sustancia gris… ¿Dónde sitúo el impulso de aprender, de mejorar, la búsqueda incesante de la verdad, el afecto sin interés, la comprensión, el amor, los pensamientos y su observación?
Si soy algo más, mucho más, eso a lo que llamamos espíritu, alma, ser esencial, divinidad ¿Dónde queda el deseo de medrar, la reducción de los objetivos y las metas, la importancia de los problemas nimios, la ceguera vital, la avaricia y el egoísmo desbocado? ¿Dónde sitúo el miedo y la cobardía, la rutina incesante y sin sentido, qué son la perdida y la ganancia, qué significan y cuándo se produce el éxito o el fracaso?
El ser humano es una enorme contradicción confusa, la especie humana es una ingente extensión devoradora.
La fragilidad de la vida, la inmensidad del desamparo, la imposibilidad de mantener la ilusión de que somos invulnerables, la carencia absoluta de refugios materiales, la transformación y el cambio como leyes inapelables que cotidianamente derrumban nuestras rutinas más sólidas… Todo esto nos lleva a transitar, antes o después, por los caminos de la búsqueda de lo trascendente, del misterio incognoscible, de la pregunta y la duda.
A veces, lo que llamamos “el mal” nos muestra el camino como una señal pétrea e inamovible, tajante, inconfundible, inevitable.
¿Será entonces “el bien” nuestra meta y verdad?
(Algunas de estas reflexiones parten después de ver una interesante película “El árbol de la vida” Si podéis verla intentar que no sea en una sala comercial de la cual veréis como huye la gente al cabo del rato)

Sirenoide dijo...

¡Qué texto tan emocionante, Bassho!! De verdad me ha conmovido, ha tocado muy dentro, quizá porque me siento absolutamente identificada con esa desubicación de la que hablas, esa sensación de no pertenecer a ningún grupo aun sabiendo que todos somos lo mismo, de no distinguir ya el objetivo, de no saber qué soy, quien soy. Me siento frágil y vulnerable pero me comporto como si fuera fuerte...y esta es solo una de mis innumerables contradicciones e incoherencias, cuanta imperfección!!


Iré a ver la película, gracias por la recomendación y por una reflexión tan auténtica. La comparto por completo.

palabrerías dijo...

Muchas gracias por compartir "Si solo soy..." un texto profundo, preclaro e inspirador y también la recomendación enigmática e interesante de una película que no me perderé.

Gracias de nuevo

Sirenoide dijo...

Le preguntaron a Mahatma Gandhi cuáles son los factores que destruyen al ser humano. Él respondió así: "La política sin principios, el placer sin compromiso, la riqueza sin trabajo, la sabiduría sin carácter, los negocios sin moral, la ciencia sin humanidad y la oración sin caridad. La vida es como un espejo: Si sonrío, el espejo me devuelve la sonrisa. La actitud que tome frente a la vida, es la misma que la vida tomará ante mí. El que quiera ser amado, que ame"

Cuanta sabiduría!!

Javier Hortal dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
bassho dijo...

Qué sencillez, brevedad y claridad la de Ghandhi en la expresión de sus sabiduría. Cuánto ayudaría a superar la crisis en la que estamos inmersos la práctica de esas certezas.

Sirenoide dijo...

CRÓNICA DE UNA TARDE DE CINE

La primera en la frente fue encontrar a algún amigo/a que quisiera venir a ver “El árbol de la vida”. Imposible, nadie quería saber nada de una peli que, comentaban por ahí, era un bodrio infumable, un montón de imágenes inconexas que nadie entendía…jah! No iba a darme por vencida. No hay que olvidar que una de las películas más vistas de la historia de España es Torrente y todas sus lamentables secuelas (sobre todo las que debe dejar en los cerebros de sus fieles espectadores). Así que el criterio del “gran público” no me servía.

La crítica tampoco ayudaba mucho, se ponían muy estupendos intelectualizando tanto la película que casi daba la impresión que había que ir tomando apuntes para poder entender algo.

Así que me decidí a ir sola. Iba a regalarme una tarde, paseo en autobús leyendo tranquilamente y nadie con quien comentar. Esto que al principio me infundió cierta tristeza, después me alegró sobremanera, pues esta es una película de la que es difícil hablar, más bien invita a la introspección, al uso y disfrute interno. Así pues, en plena libertad de decisión, escogí una hora bastante torera para evitar multitudes de las que huyo siempre que puedo, y un cine tranquilito que la proyectara en versión original, el Renoir del Retiro. No quería ir a esas salas del centro donde la gente aplaude o pita al final de una proyección como si estuviera allí el director para recoger el feedback de los espectadores.

Efectivamente había mucho cinéfilo solitario, con ese aire raruno intelectualoide que debemos tener los especímenes que vamos solos al cine. Una persona o dos en cada fila, convenientemente separadas por un par de butacas…no era fácil escoger sitio pero eso tampoco me importaba demasiado.

Por fin en mi asiento: silencio, oscuridad…empezó “El árbol de la vida”. Enseguida me atraparon las imágenes, la luz, la música. Una historia, una vida y, en ella, todas las vidas: los afectos, las carencias, las ausencias que todos sentimos. La trascendencia, el origen del universo, de la vida y finalmente del hombre. El último en llegar y el más destructivo. Con sus incoherencias, con sus sentimientos escondidos: el amor, el odio, el miedo, la violencia…
Dios padre y la madre Naturaleza, el ying y el yang, el bien y el mal…imágenes de una belleza y una crudeza a la vez que te llevaban vertiginosamente hacia el centro de ti mismo. Muchas emociones se iban agolpando en mi: como madre, podía intuir el dolor de esa madre ante la pérdida, el miedo, la ira, la incomprensión pero también podía emocionarme con la belleza de los pequeños momentos, de los juegos, de las risas.
Sentí de nuevo la ausencia, el vacío, el miedo y la pena. También recordé lo hermoso, lo cierto y lo bueno del amor. Y lloré, lloré calladamente y sin aspavientos, las lágrimas brotaban de mis ojos sin que yo pudiera hacer nada para pararlas. En ese momento fue cuando me alegré de no haber tenido compañía. Cuando acabó la película, todavía aturdida, salí de allí con la sensación de haber hecho un viaje en el tiempo, me parecía que todo se ralentizaba…pero era yo la que observaba a mi alrededor de forma ligeramente diferente. Miraba a los padres con sus hijos, a las parejas, a la gente en general en su cotidianeidad y pensaba en la trascendencia que creemos tener y en lo que en realidad somos…solo polvo en el viento.

Gracias Bassho, sin tu sabia recomendación me hubiera perdido la experiencia de ver y sentir esta gran película.

Sirenoide dijo...

Perdón por el tocho...me apetecía explayarme, espero no haberos aburrido demasiado!!

bassho dijo...

He sentido un escalofrío durante toda la lectura de tu texto. Yo fui acompañado por unos amgigos, y a algunos de ellos junto con gran parte del público no les gustó, les pareció una tomadura de pelo. Por eso no pude disfrutarla del todo, no pude explayarme y llorar como lo hiciste tú, explayarme y temblar, dejarme invadir por esa cantidad de imágenes bellísimas y terribles, por todo su contenido oculto, por el dolor de perder a un hermano (sé lo que es ese dolor)...
Pienso volver a verla en condiciones parecidas a las tuyas.
Gracias por tus palabras Sirenoide.