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27 de junio de 2011

Despedida

Sombras, sombras nos rodean, atisbos inciertos de aromas de sospecha, espectros de personalidades, vestigios que impregnan la memoria.


Panoramas efímeros de frágiles pilares asientan nuestras vidas, la incertidumbre se ha instalado entre nosotros. Nuevas realidades antiguas pueblan nuestras almas, viejas veleidades nuevas las atenazan.


Consciencia de la marcha, éxodo de pensamiento, diáspora de la razón, expatriación de la realidad tejida en la nube.


Todo suena a despedida, despedida soñada, imaginado adiós perturbado en el pétreo ambiente creado, la luz de gas se hizo eléctrica para hacernos luz de gas.


Ausencias, aire colmado de ausencias: la tuya, la mía, la recurrente ausencia. Antiguas y recientes. Suenan clarines de retirada, de huida, evacuación, fuga taimada.


Me despido de ti entre brumas legendarias, neblinas de ayer complacientes, danzarinas, brumas que ocultan lo que es envolviéndolo en recuerdos, igualando ausencia y presencia.


La escena es un cuento, el bar nos traslada a la vieja Habana. Conversando de viajes entre amigos nos despedimos, y la despedida tiene algo de adiós. Vértigo de pensamiento, temor de mañana. Pero la escena sigue bañada en una irreal luz sorollesca, la camarera pasea su esbelto cuerpo entre las gasas de un lánguido vestido que invita a soñar.


Hay algo de antiguo romanticismo; viajes a destinos lejanos, viajeros alejados del turismo, amigos viejos y antiguos amigos, pulso primaveral de comienzo del estío, pasión por soñar.


El aire cálido y la ginebra suavizan las formas, calman al tenso ego, disipan toda responsabilidad. Todo es luz, luz caribeña en la céntrica urbe, luz del corazón para un adiós.

2 comentarios:

Sirenoide dijo...

Tu risa

Quítame el pan, si quieres,
quítame el aire, pero
no me quites tu risa.

No me quites la rosa,
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto
estalla en tu alegría,
la repentina ola
de plata que te nace.

Mi lucha es dura y vuelvo
con los ojos cansados
a veces de haber visto
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa
sube al cielo buscándome
y abre para mí todas
las puertas de la vida.

Amor mío, en la hora
más oscura desgrana
tu risa, y si de pronto
ves que mi sangre mancha
las piedras de la calle,
ríe, porque tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.

Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
quiero tu risa como
la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa
de mi patria sonora.

Ríete de la noche,
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca
por que me moriría.


Pablo Neruda
Los versos del Capitán

Sirenoide dijo...

El destino determina quien entra en tu vida, pero tu decides quien se queda.
Hay tres cosas en la vida que se van y no regresan jamás: las palabras, el tiempo y las oportunidades