Volvieron a ladrar los perros de la ira,
y bocanadas de sangre ahogaron vida e inteligencia,
por nada.
Volvió la bomba fácil a segar la bella y costosa vida,
para saciar absurdas locuras que no valen nada.
¿Dónde quedo el hombre?, ¿Dónde lo humano?
¿Quién hizo al pistolero?, ¿Cómo dejóse hacer él?
Un día más el fundamentalismo se cobra un tributo inútil, generando un dolor hueco, un vacío irremplazable.
Dolor, testigo mudo de la sin razón que a quién lo siente, sólo a quién lo siente, le vuelve más humano.