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3 de octubre de 2009

Afinidad

Frente a la inabarcable magnitud de la diversidad, el hombre busca su identidad en la similitud, en sus iguales, entre aquellos que ostentan un parecido ideario.Se propicia así la pertenencia al grupo, un grupo que para mantener la cohesión sacraliza ideas, dogmatiza tendencias, fundamentaliza posturas. Es el retorno a la tribu, una nueva tribu que transciende los ancestrales lazos de sangre fortaleciendo los ideológicos, creando enlaces identitarios, incentivando la afinidad de criterios construidos con frecuencia, en torno a alguna quimera.

La búsqueda de la afinidad desemboca, a menudo, en forzada coincidencia que tiende a adormecer e incluso a anular el discernimiento, y sin este, el individuo se transforma en hombre-masa, en individuo-colectivo, en ser-grupo, poco importa que el grupo sea grande o pequeño, porque en sociedades donde la relación se establece “inter pares”, las minorías tienen un amplio espacio de culto y ejercen tanta influencia o más que las mayorías.

Esta surgencia de los micro-colectivos, que pueden llegar a constituir grandes corrientes o incluso imperios, no es patrimonio de lo moderno, sino que su rastro salpica la senda histórica de la existencia humana; movimientos religiosos, iglesias, ideologías, partidos, escuelas encuentran su génesis en una idea semilla, que cobra fuerza y poder a medida que gana adeptos. Es posiblemente un mecanismo que tiene que ver con la necesidad social del ser humano, y con una atávica inseguridad que busca garantizar en lo ajeno, lo que no termina de afirmarse en lo propio. Pero es también y sobre todo, un tremendo y frecuente horror vacui ideológico, un miedo secular al libre pensamiento, una imperiosa necesidad de llenar el vacío de afinidad, de entes en sintonía, de ecos que devuelvan y aporten veracidad a las creencias del individuo.

Se trata de una tendencia a lo gregario que alimenta con gran frecuencia, la aparición de “Burbujas Ideológicas”, son burbujas en tanto que sus recintos identitarios se muestran impermeables a toda influencia externa, haciendo gala de un endemismo ideológico que retroalimenta permanentemente sus creencias y su particular cosmovisión. Es esta una actitud claramente sectaria, que si además se encuentra aderezada de incomprensión o de marginalidad, contribuye a “elevar” la condición de su pensamiento convirtiéndolo en “lucha”. Esta unívoca visión burbuja, con su particularismo visionario, hace posible la sublimación del hecho más disparatado, que rápidamente se transforma en fehaciente prueba demostrartiva de la teoría o sostén del ideario. Cualquier hecho es susceptible de ser filtrado e interpretado en beneficio de esta verdad construida y alimentada dentro de la preciada burbuja ideológica.

Así es como los idearios y las ideologías, que deberían estar al servicio del Hombre, lesclavizan a este y cobran naturaleza de identidad, cuando el ser humano sacraliza y se identifica con una idea paradigmática, poniendo en barbecho el discernimiento. Es un camino directo a la obcecación primero, la imperiosa necesidad de estar en lo cierto después; (necesidad de creer), y desde allí a la negación y descrédito a todo lo que es considerado ajeno su modelo de pensamiento.

La burbuja aporta, con frecuencia, una particularísima mirada sobre un aspecto concreto, se trata de un punto de vista plausible sobre una cierta realidad, que cobra naturaleza de descubrimiento, limitado por el dintorno de la propia burbuja ideológica de la que se alimenta, es un coto de entendimiento, un espacio cerrado en el que frecuentemente se confunde información con conocimiento. La primera consecuencia es la prosperidad de un endemismo que aporta un espacio de tranquilidad al acólito, ofreciéndole explicaciones entendibles, a menudo simplistas o no exentas de cierto populismo. Cabría analizar el auge del freekismo como una posible manifestación de esta tendencia.

El problema de estas burbujas identitarias, surge cuando intentan fomentar el proselitismo, como acto necesario para que el resto de la humanidad entienda, y comparta por tanto, la importancia y la verdad de sus postulados. Este hecho no exento de buenas dosis de arrogancia, disfrazada de interés auténtico por el conjunto de la humanidad, supone un salto cualitativo para la burbuja, que deja de ser un planteamiento privado o personal para saltar a la escena de lo público y común.

No niego la utilidad de estas burbujas en casos extremos en los que el pensamiento y la libertad se encuentran sitiados por totalitarismos o sojuzgados por la fuerza, pero dichas burbujas deben romper sus lindes una vez superada la situación de riesgo. Sólo en condiciones excepcionales puede ser necesario el asilamiento ideológico, como recurso de supervivencia.

Frente a esta permanente búsqueda de la afinidad; de ideas, sexo, tendencias, religión, estilos de vida, moda...., propugno el nomadismo identitario, la eclosión de toda burbuja conceptual como aporte de aire nuevo, el tránsito libre y desapegado a través de ideas, conceptos, opiniones y creencias, la adopción sin complejos de un libre pensamiento para almas y espíritus libres; iguales, parecidas o diferentes pero libres, que no renuncien a encontrar respuestas, pero que entiendan que la Búsqueda no debe estar limitada por nada más que las capacidades del intelecto y del alma de aquél que realmente quiere encontrar.

4 comentarios:

bassho dijo...

Tu texto

He leído tu texto hasta tres veces, en toda su longitud, cada uno de sus múltiples párrafos y hasta el final. Es largo, también es claro, y algo “duro”. Es una dureza interior, en la profundidad. Creo que incluso en la estructura (es cierto que en los blogs, por la forma de presentarlos, cualquier texto algo extenso se alarga demasiado en una longitud vertical, pareciendo tender más hacia abajo que hacia lo alto, pero esto es la impresión falsa que produce este mundo digital).
Marca un enemigo, señala un error, lo sitúa, lo define, penetra en sus dominios, para al final, sólo en el último párrafo, proponernos una salida, un nuevo camino.
Y son en esas últimas líneas donde encuentro algo a lo que puede agarrarse el lector. Un lector que ha de haber vivido (o mejor, saber que ha vivido) en una de esas burbujas para entender de lo que estás hablando, por qué lo cuentas con ese pragmatismo y cuál es la causa de que propongas esa solución nomadista.
Espíritus libres que no renuncien a encontrar respuestas...
Libre pensamiento alejado de cualquier tendencia impuesta, señalada, trillada... Moda que es ropa, y mobiliario, y vocabulario, de la que nadie puede sustraerse sin ser tenido por anacrónico.

Para mí, en tu texto, hay una palabra clave. Es una palabra semilla, que acoge y engloba a todas las demás. Palabra que resume, traspasa cada una de las líneas, amplia los significados de todas las demás, suaviza la aspereza, tiende una mano, confía en la última posibilidad que propones: Búsqueda.
Tú la escribes con mayúscula, yo también.

Sirenoide dijo...

Estoy de acuerdo en parte con tu reflexión, pero por otro lado disiento. Me explicaré…
Frente a la afinidad que describes, la que es sectaria, vacía de criterio y pensamiento crítico, defiendo la existencia de otra afinidad, la que no se busca sino que se encuentra, la que no se fuerza por un interés o necesidad de autoafirmación como individuo o integrante de un grupo, la que surge de forma espontánea, libre y, diría yo, milagrosamente.
Es cierto que la afinidad mal entendida, resulta nociva, anula completamente la capacidad de pensar y, por supuesto actuar libremente, empuja a masas a hacer lo que todo el mundo hace, a pensar lo que piensa la mayoría, en definitiva, a perder la individualidad como valor y convertirse al más subyugante “borreguismo”.
Pero la afinidad también es complicidad, es similitud en la forma de ver y entender la vida, algo que ocurre simplemente de forma natural entre dos o más personas con pensamiento crítico y libre, sin mayor implicación ni compromiso que el placer de compartir lugares comunes. Me interesa esa afinidad enriquecedora que une sin atar, que puede resultar terapéutica porque lleva, sin buscarlo previamente, a un acercamiento entre personas que no se conocían o se encontraban fuera de los “círculos habituales” (tan endogámicos por otra parte) que expresan libremente lo que piensan y sienten, sin artificios ni expectativas.
Y cuando, rara vez, esto ocurre, el mundo se torna un lugar más confortable en el que vivir, podemos sentir que, al menos un trecho del camino, tendremos una agradable e inesperada compañía.

palabrerías dijo...

Reconozco que es un texto excesivo para un post, y también su dureza crítica. Trata de analizar un mundo construido en burbujas, para mí son burbujas identitarias los partidos políticos, las religiones, las ideologías obtusas, los nacionalismos interesados, las filias cegadoras, las ideas excluyentes entorno a cualquier cosa, las clases sociales, los clubes, len general toda actitud sectaria que en tantos casos domina la vida del hombre, postrándolo ante altares que desconocen por omisión, el misterio de lo enigmático, de lo desconocido, de lo diferente y aún por descubrir. Es para mí la ignorancia más rancia y sedetaria que padece el ser humano actual y contra la que me parece esencial reivindicar la "Búsqueda" en mayúsculas como dice bassho y el nomadismo, en minúsculas porque, al fin y al cabo, por toda opinión hay que pasar un poco de puntillas y porque siempre cabe la duda, la sencilla incertidumbre.

bassho dijo...

"En voz baja"
La vida es un hecho espiritual en donde la base de todo es trascendente, es decir, la causa, el origen, el sentido y el destino de cualquier ser o situación está más allá de sí mismo o, lo que es lo mismo, de su apariencia temporal en el instante.
Por otra parte, siento la importancia de reconocerse como un "espectro". Para ello hay que hacer una acopio de valor, trascender de nuevo la apariencia "perfecta" que nos envuelve, ser conscientes de que desconocemos hacia donde nos dirigimos, agarrar lo que los sueños nos susurran y salvarlo del naufragio de la vigilía.