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20 de julio de 2009

Virtualidad

Viajaba en su viejo barco; un barco, noble, decidido y marinero, pero viejo. Se trata de un navío de otro tiempo, un tiempo cercano pero abismalmente distante. Un tiempo en el que la mar y el navío surcaban juntos la realidad, porque eran parte de lo mismo.

Pero desde el día del gran apagón el mar se transformó y su comportamiento fue haciéndose más y más extraño. El oleaje empezó a tener una monótona cadencia, un ritmo constante, un pulso artificioso. Las olas comenzaron a salpicar con cierto retardo y hasta el tránsito de la luz parecía no alterar la dirección de las sombras. Se trataba de un mar decididamente extraño.

Todos aquellos cambios fueron sucediendo de forma paulatina, pausada, de manera que resultaban inadvertidos para la mayoría, una mayoría siempre narcotizada por la novedad. Pero para el viejo marinero, los cambios en la mar eran significativos, hacía largo tiempo que los había identificado, datado incluso. Sin embargo todo cambió aquella mañana en la que al mirar hacia la amura de babor, percibió cierta sensación de irrealidad; la espuma que se formaba al golpear el agua en la quilla y que recorría las bordas de la nave, tenía algo de pictograma manga y pudo ver con nitidez, como las crestas de aquella espuma imaginaria estaban culminadas por unos inconfundibles cuadradillos pixelados.

Desde aquel día empezó a percibir en todo cuanto miraba, los trazos definidos del dibujo que caracterizan a todo diseño humano, y comprendió con gran asombro, que el mar por el que viajaba, el cielo que le cubría, el horizonte al que se dirigía y hasta su propio barco, todo, era una creación artificial, un mundo de diseño, una realidad virtual en la que la humanidad entera estaba atrapada.

Aquella mirada al mar cambió su vida, fue el comienzo de su despertar.

9 comentarios:

bassho dijo...

Me gusta tu texto, es un cuento bello y bien escrito. Unes contenidos tradicionales con realidades actuales, impregnando el relato del agradable vaivén con que el mar mece. Entiendo que para quedarte en el nivel lírico y abierto en el que se mueve no detallas los elementos de virtualidad-falsedad que guardan las metáforas del agua y el aire pixelados.
Hace muchos años el sociólogo francés Jean Baudrillard denunció que la realidad había muerto (ya solo existe lo que ocurre en la televisión, lo que allí pasa es hiperreal)
Pero además de esta ostentosa irrealidad del espectáculo hay muchas otras, muchos mitos pixelando lo real:
La epidemia de la gripe A como la manifestación del sobrediagnóstico de una sociedad enferma, y quizá incurable, por ignorar su verdadera enfermedad.
La crisis económica que felizmente se va reconvirtiendo en tapadera de otras crisis más profundas y reales.
La llamada “revolución sexual” que tras ser utilizada como arma, escudo y estandarte en numerosas batallas, se ha convertido en reclamo publicitario, en generador de audiencias televisivas, en cebo de consumo adulto e incluso infantil, erotizando hasta el acto de ingerir sopa.
La expansión universal de la educación, la cultura y el arte como un objetivo necesario, democrático y bondadoso que se inició hace años, para acabar en productos que nada tienen que ver con aquellos orígenes.
La equiparación de belleza, inteligencia ... con juventud, riqueza material, astucia ...
Y así podríamos seguir enumerando elementos, pero prefiero quedarme con tu cuento, con su belleza y con la esperanza con la que acaba.

palabrerías dijo...

Efectivamente como dices existen un sinfín de aspectos de irrealidad en este mundo que consideramos tan estable y cierto. Apuntas unos cuantos de veras interesantes. Pero me interesa más esta gran irrealidad que preside la forma en la que nos movemos y sentimos la vida. El olvido de la muerte hace que nos instalemos en este mundo físico con cierto afán de perdurabilidad. Pero también nuestra relación con los objetos, las cosas, las posesiones en definitiva, forman parte de una irrealidad de proporciones impresionantes, toda la humanidad parece perseguir un sueño de vanidades y materialismo que poco tiene de real, sino más bien de puro deseo. Otra gran irrealidad es la personalidad, aquello que creemos ser, o esa confusión del alma que no diferencia lo que se hace de lo que es, siempre me ha llamado la atención cuando alguien lo primero que dice de sí mismo es "Soy Médico" idetificándose plenamente con una parte de su actividad, no de su ser. El ser humano tiene una gran capacidad de identificarse con cualquier cosa: una idea, una bandera, un discurso político, una fe o con la violencia, la tiranía, el egoísmo, la bondad, el patriotismo, la carrera profesional, cualquier cosa, pero la pregunta tal vez sea ¿Qué de todo eso es cierto?, ¿Dónde está la realidad?

bassho dijo...

Agua 1

De repente, sin previo aviso, toda el agua potable se extinguió, desapareció, por motivos que, si hubiera tiempo, tardaríamos años en descubrir.
Ni una gota circuló por las tuberías, primero de agua consumible, a los pocos días de aguas residuales.
La economía de guerra fue cayendo como una cortina de acero sobre las ciudades, después sobre pueblos y villas importantes, por último llegó a los más lejanos caseríos.
La urgencia estableció prioridades y objetivos, amasó nuevas normas y leyes, dictaminó estrategias, defensas, formas de organización.
Los primeros en sucumbir fueron los ancianos, abandonados en residencias o en sus propios hogares.
Tras ellos perecieron los indigentes y sin techo.
Los núcleos cercanos a ríos, lagos y corrientes acotaron territorios, vallaron, e incluso dejaron sin sustento a localidades de cotas descendentes.
Rebeliones, ataques, escaramuzas no impidieron que bebés y niños cayeran con facilidad en el fragor de las batallas, de los grupos depredadores que surgieron.
Familias enteras, comunidades indefensas desaparecieron la primera semana del desastre ... no tanto por la falta del elemento líquido sino por las consecuencias colaterales que se produjeron.
Filosofía, religión, ideología se vaciaron de contenido para que prevaleciera en exclusividad la acción. Las comunicaciones se unificaron, los medios se derrumbaron.
Todo se transformó en un inmenso caos, seísmo devastador que como fichas de un dominó tumbaban por proximidad a cualquiera que se encontrará a la distancia exacta de una sombra.
El origen de este enorme tsunami seco dejó de importar.
Se apagaron las luces que alumbraban nuestras calles.
Se agotó por contagio el combustible y el alimento.
Los pequeños y grandes animales fueron de nuevo alimañas que deambulaban hasta caer extenuadas en cualquier rincón.
A las dos semanas las palabras perdieron sus significados originales y variaron libremente en cada país, condado ... incluso en algunos lugares dejaron de emitir sonidos inteligentemente articulados.
Se crearon gestos que atrajeran la caída de la lluvia, la única que a esta altura saciaba el ansía de sobrevivir.
Se despoblaron las urbes.

Sirenoide dijo...

Enhorabuena a ambos!! Teneis una forma de escribir que me conmueve y me hace reflexionar (Bassho incluso me ha hecho sentir angustia con su relato del caos seco...a mi que soy tan acuática, pensar que se agote mi elemento me horroriza). Gracias por generar pensamiento libre y crítico y por expresarlo tan bien.
¡¡Que raros sois!! ;-)
Por suerte, entre la sequía de valores y reflexiones en la que vivimos, se mantiene este oasis refrescante de la palabra y su valor.

palabrerías dijo...

Agua 1
Impresionante relato que pone de manifiesto lo artificial de la civilización, cualquier civilización. Un cambio en el complicado equilibrio y el ser educado y cabal torna en lobo sanguinario olvidando creencias, fe, normas, ética... Todo se vuelve accesorio, prescindible, frente la necesidad, aunque esta sea solamente aparente, aunque no sea mas que un hilo mediático. Qué poco separa al hombre de la bestia y sin embargo, que distancia abismal los diferencia. Esta bien no olvidar que esta realidad es también algo aparente, tan virtual como la que veía el marinero por la borda de su navío.

Sirenoide no se que decirte, que me alegro de que encuentres interesante lo que se escribe. ¿Y realmente somos nosotros los raros?

Sirenoide dijo...

Era una ironía, por supuesto...

bassho dijo...

Agua 2
(Relato compuesto con la audición de fondo de Wim Mertens “Maximizing the audience. Track 4”)
Sólo un año transcurrió desde la hecatombe y todo vestigio de civilización quedó extinguido.
No sobrevivió siquiera una migaja de cultura, arte, conocimiento válido científico ... Relaciones laborales, sociales y familiares cayeron por sí mismas como despojos de otoño.
Preguntas y explicaciones sobre lo sucedido quedaron sumergidas en las primeras horas del desconcierto.
Únicamente la aparición machacona de los astros y una mitigada sucesión de las estaciones recordaban remotamente al mundo anterior. Hasta la lluvia huyó despavorida para que tormentas secas ocuparan su lecho.
Un enorme hedor hacía impracticable aproximarse a los viejos núcleos urbanos. Basura obscena se derramaba entre los caminos y las ruinas, grandes charcos de luna fétida anegaban el paisaje.
Las máquinas, expuestas al sol y a una sucia humedad, herrumbraban perdidas en las cunetas o en las casas medio derruidas.
La muerte olvidó este paisaje desolado donde la descomposición y el tufo se volatilizaban lentamente. Los insectos y roedores abarrotaron los intersticios de los antiguos laberintos humanos.
Ni rastro quedó de las humaredas nocturnas que alcanzaron kilómetros en las primeras semanas de la extinción. También los sonidos más terribles se apagaron.
Desolación y un enorme silencio.

Y lejos, tan lejos que muy pocos alcanzaron las nuevas moradas en donde se refugiaron los supervivientes (no es posible darles otro adjetivo).
Allí, en las más altas montañas.
En el interior de los desiertos de arena.
En los páramos helados.
En las profundidades de los bosques ciegos.
En recónditas cuevas inexploradas.
En mitad de las enormes masas marinas.

Allí se miró el mundo por primera vez de nuevo.
Allí se volvió a definir cada objeto.
Y surgieron los gestos y sonidos guturales.
Y aparecieron tímidos pensamientos y palabras.
El ciclo de la vida comenzaba.

Una gota de rocío resbaló por la madrugada.

palabrerías dijo...

Gracias por tu texto bassho, un texto que hace pensar y que acerca la ficción a la realidad. El ciclo constante de la vida, el principio y el fin, el alfa y el omega y sobre todo el resurgir de la nueva vida, tan insistente y pertinaz que siempre encuentra un nuevo comienzo. Un viento de esperanza que nos recuerda la importancia relativa de cuanto acontece.
Por cierto la música recrea perfectamente ese pulso de incertidumbre y de vitalidad que tiene el texto.

Sirenoide dijo...

Un mar calmo jamás formó un marinero habilidoso