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9 de febrero de 2009

Divulgación

Hablaba la ministra de ciencia e investigación recientemente, de la multimillonaria cifra que su gabinete iba a destinar a la divulgación científica. Y no pude por menos que pensar, si semejante cantidad de dinero no estaba mejor invertida en la investigación propiamente dicha, algo de lo que tan escasos andamos. Claro que investigar es una labor demasiado callada y oculta, sobre todo comparándola con la divulgación.

Hay algo decididamente perverso en este quehacer político, que insulta con reiterada frecuencia a la inteligencia y al bolsillo de los ciudadanos.

También pensé lo sobrevalorada que está la divulgación, porque si se analiza vemos, por ejemplo, como la divulgación de la espiritualidad muta rápidamente en religión. Los católicos sin ir más lejos, divulgaron la palabra de Dios y les salió la iglesia. Divulgas una amenaza y se convierte en puro terror. Divulgas una sospecha y se criminaliza a cualquiera. Divulgas la duda y el mundo padece de incertidumbre. Divulgas un lugar paradisiaco y se convierte en centro turístico. Divulgas un pensamiento y se banaliza. Divulgas el arte y se vulgariza. Divulgas la fe y se fundamentaliza. Divulgas el amor por tu tierra y surge un nacionalismo. Divulgas el conocimiento científico y el resultado es un simplismo intelectual que cala en la sociedad entera. Divulgas lo que tienes y germina la envidia. Divulgas una experiencia única y se masifica. Divulgas la verdad y mientes. Divulgas una mentira, y prospera, y crece y termina pareciendo verdad. Divulgas los derechos y surgen las exigencias. Divulgas el odio y crece rápidamente. Divulgas la identidad de un enemigo y nace el rencor y la inquina a todo un pueblo. Divulgas tu fortaleza y florece el temor. Divulgas tu debilidad y alguien se aprovecha. Divulgas una posibilidad y asoma una certeza. Divulgas una teoría y obtienes una verdad inapelable.

¿Será, tal vez, que divulgar es precisamente lo que el término indica; decir vulgar, es decir, vulgarizar aquello que es dicho?

4 comentarios:

Sirenoide dijo...

Brillante reflexión!!
Pero fíjate que lo contrario de divulgar es "silenciar, ocultar, encubrir" (según el diccionario), ¿qué connotación tienen estas palabras para la gente?
Los políticos (y los medios)divulgan lo que les conviene, es una publicidad nada subliminal para que pensemos que están haciendo cosas en un ámbito (en este caso la investigación científica) al que ignoran y de paso desviar la atención y la información sobre otros temas que pueden resultarnos más hirientes a la "ciudadanía" de a pie...
La divulgación está de moda, ahora TODO se divulga, desde la filosofía hasta la ciencia, y claro, se acaba por minusvalorar el contenido metiéndolo en una cajita con un enorme lazo para que entre mejor por los ojos y esté lo suficientemente masticadito como para que impida el pensamiento crítico propio.
Redondo, vamos.

bassho dijo...

Vas superándote en la expresión de lo que escribes. Es como si uno cogiera un hilo y tirase de él... brotan entonces las palabras exactas que comunican a los otros lo que pensamos, sentimos, vemos.

Mi aportación hoy:

Magia blanca.

Nos impusieron como modelo el lujo.
Nos inculcaron como objetivo el éxito.
Decoraron nuestro entorno con ruido.
Inundaron nuestro descanso de consumo.
Llenaron nuestra cabeza de deseos.
Inventaron palabras para encerrarnos, para ligarnos al miedo.
Uniformaron nuestro atuendo.
Pronunciaron sonidos para llenar nuestras entrañas de veneno.
Embaldosaron y alicataron nuestro pensamiento.
Alisaron y acallaron nuestros sueños.
Intentaron extirpar de nuestras vidas el misterio.
Diaria, rutinariamente repitieron el conjuro
para que permaneciéramos atrapados, detenidos en el tiempo.

palabrerías dijo...

La única duda, o tal vez principio de certidumbre es: ¿todo esto lo hacen otros, los políticos, los poderes....? o por el contrario no se trata de algo ajeno, sino del deterioro de la consciencia del ser humano, que no es capaz de discernir la ilusión de lo real.
Bella e inteligente aportación Bassho.

bassho dijo...

22 de febrero

A veces, aparece de perfil la contradicción, aquella que siempre rehusamos, la que jamás mostraremos a los otros, ni si pudiéramos, a nosotros mismos.
Pero el cincel de los pequeños detalles abriendo huecos en la conciencia y el recuerdo, esculpen pico a pico la piedra que antes estaba sumergida, latiendo agazapada, emboscada.
Y entonces, en medio de un pasillo, o cuando caminamos, o quizá al acostarnos, o cuando callamos o hablamos con el compañero... aparece su sombra deslumbrante, que cálida al comienzo, termina quemándonos al instante.
Todas las preguntas de golpe quedan sin respuestas. No eres quien dices ser, se te escurren entre los dedos las certezas que acumulabas, los silencios no son tales, y las palabras se atraviesan pálidas en el conducto de la garganta.

Ahí paras. Hay quien se mueve para acabar en sitios que no esperaba.
Muy quieto –ya viste el relámpago- dejas pasar el trueno.
Por esta vez no te partió en dos el rayo.