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22 de enero de 2009

Goyescos

Rostros, veo rostros desfigurados por la normalidad, rostros contraidos, exacerbados, rostros grabados al cincel de su vida interior.

Rostros centrífugos cuya boca, ojos y orejas pugnan por confluir en la epicéntrica nariz. Rostros centrípetos otros, con órganos sensoriales que se alejan sin fundamento entre si, en magnética repulsión.

Rostros turbados o esperpénticos, rostros voraces y epilépticos, rostros que rezuman la voracidad que esconden dentro.

Son caras goyescas, caricaturas oscuras deshumanizantes que afloran desde lo interior, humanidad constriñida, aplastada, anulada por oscuros pensamientos, por turbios sentimientos que modelan el semblante y retuercen gesto y facciones hasta el límite de lo imaginable.

Retratos negros de personajes grises plenos de monstruosa normalidad; torbas miradas, gestos como muecas, sonrisas que son rictus, miradas de fiera.

Figuras intuídas, que ya pintaron Goya, el Bosco o Brueguel. Leviatán que habita entre nosotros rebosante de aparente normalidad, detrás de la que acecha su verdadera naturaleza.

Deformidades que se transparentan desde la profundidad, surgencias del yo más aberrante. Todo dice lo que es, cada ser habla de si mismo con palabras mudas, con signos huecos, con expresiones sordas. Seres de apariencia humana y alma animal buscando el calor de la guarida, la seguridad de la riqueza, la expresión de la opulencia.

Seres que en sus rostros muestran lo que son; especuladores, avaros, latricidas, asesinos, violentos y sepultureros, cobardes, chulos, ventajistas, vividores, usureros.

Caras normales, que cuando relajan la tensión superficial dejan entrever la miseria que llevan dentro.

3 comentarios:

bassho dijo...

Me ha gustado mucho tu escrito. Esta lleno de fuerza y de buena expresión.

Por mi parte, esta mañana viajando en metro, he escrito lo siguiente:

A pesar de esta materialidad
soy un ente de ficción
malhumorado y hostil.

palabrerías dijo...

Es como un haiku, que en su brevedad está cargado de significados y refleja una interesante visión de dentro y de fuera muy reconocible.

Sirenoide dijo...

Enhorabuena por tus palabrerías!!
Reflexionando sobre el fondo de lo que escribes (porque la forma es impecable) creo que los rostros, como bien dices,acaban siendo el espejo de lo que somos, para lo bueno y para lo malo.
Ahí queda la huella de lo que sufrimos, de lo que amamos...de lo que vivimos y cómo hacemos todo eso.
Conforma nuestra personalidad (habría que preguntarle al Jorobado de Notre Dame)junto con muchos otros factores, pero definitivamente ver un rostro que te comunica algo especial, mirar a otros ojos, hacia dentro de ellos y encontrar puntos comunes o discordancias definitivas es algo apasionante. Nos aporta mucha información de cada persona auqnue esté sesgada por nuestra propia experiencia.
Mirar a los otros, analizarlos, nos sirve para reflejarnos y afirmarnos en lo que detestamos o bien descansar en una cara amiga.
Aunque he encontrado muchos adjetivos con connotaciones negativas (léase: repulsión, voracidad, esperpéntico...), mi visión positiva es que, al igual que nos topamos con estos "rostros goyescos" que tan bien defines, me parece que existen otros rostros angelicales que reflejan maravillosas personas, aquellas que nos hacen la existencia mucho más llevadera.