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20 de febrero de 2008

En torno a la unidad

El ojo, testigo, ve el escenario del mundo manifestado, la mente, testigo, ve al ojo en su mirar y el ser, testigo, ve a la mente y su movimiento.

Así la mente, que participa de la naturaleza del ojo y del ser, es ora testigo, ora escenario, ora sujeto, ora objeto de observación.

Esta mente siempre cambiante, siempre dual, en su condición de testigo unidireccional del ojo y del mundo manifiesto, es incapaz de atestiguar la unidad,

La experiencia de la unidad no es por tanto objeto de la mente, siempre fugaz, siempre confundida, sino de aquello que está detrás, de aquello que está delante y alrededor.

Cuando la sirviente mente calla, habla entonces su Señor, un lenguaje sin palabras, más allá del intelecto. Haciendo un espacio de silencio en la mente nos acercamos al conocimiento de uno mismo, y “quién se conoce a sí mismo, conoce a su Señor”.

Deja que el ojo recoja las impresiones del mundo, y deja que la quieta mente las refleje como en un estanque de cristal permitiendo así que el Testigo dé testimonio de la Unidad.

Mundo – ojo – mente - Ser…, aspectos de la Unidad oculta en su propia singularidad.

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