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16 de noviembre de 2007

Pleamar

Mareas, mareas de impresiones llegan hasta las costas de la conciencia y regresan, marchan con las manos vacías. Languidece de materialismo la consciencia dentro de una urna de exquisita superficialidad, ausencia de conocimiento.

Amor, amor y objeto, objeto amado por aquél que desprecia la vida, perversión de verdades reemplazas por dinero, amor y sed de poder.

Caen sobre la conciencia los cristales rotos de la necedad y esta certeza de humanidad numerosa, presencia vasta de humanidad tan distinta, tan igual, tan reiterada. Sentimiento indefinible, abstracto y vago sobre la realidad aparente de un modelo de vida agotado y compartido con tantos desemejantes, pulsión de tendencias, evidencia de estilos de vida vacuos, pueriles, arrogante equivocación, error en común, mirada extraviada de olvidad esencia.

Sombras, mundos de sombras, voces mudas, ciegas miradas a las que un solo atisbo de luz confunde y perturba, vértigo de verdad sometido a un guión de realidad, escrito sobre las sombras, días de tiempo hipotecado, vida ajena.

Mar de confusiones, mareas de impresiones alcanzan la mente sin apenas tocarla, impermeable realidad, pasión de conocimiento.