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7 de mayo de 2007

Umbral

Fijamos el umbral de la pobreza en 1$ por persona y día, linde eufemístico de la supervivencia, avalado por doctos economistas “devoradores de salmón”, vestidos de Hackett.

Pero ¿dónde situamos el umbral de la opulencia?, no de la riqueza, no, que esta es evidente que se encuentra en regiones estratosféricas, sino el umbral de la opulencia, esa que nos sitúa cada día frente a una legión de cosas superfluas, sin las cuáles “no podemos vivir”, colección de posesiones, adquisiciones impulsadas por el deseo de poseer, siempre insaciable, siempre excediendo lo necesario.

Definir este umbral nos enfrenta al gasto por persona y día, a cuantificar el consumo energético, a poner cifra a la sobreexplotación de recursos necesaria para mantener “nuestras necesidades básicas”.
¿Dónde fijamos el dial de nuestra opulencia?, ¿cuál es nuestro índice, nosotros que somos expertos en convertir todo en porcentajes?, y cuál es la diferencia entre uno y otro umbral, ¿cuál la diferencia cuantitativa?, y sobre todo ¿cuál la cualitativa?, cuantificando esta diferencia en cifras podremos cifrar nuestro cinismo.