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17 de octubre de 2007

El secuestro de la democracia

Los partidos políticos han reducido el círculo de la democracia dejando fuera a sus verdaderos protagonistas; los ciudadanos, se trata de una fuerza centrípeta, de un movimiento egocéntrico que construye realidades, inventa situaciones y omite acontecimientos, atendiendo exclusivamente a sus intereses partidistas y particulares.

Los partidos se han situado hoy en el centro de la escena, siendo al mismo tiempo actores principales, directores y hasta guionistas, los medios de comunicación alineados con intereses partidistas y alienados en su verdadera función informativa, se han convertido en amplificadores de señal de las veleidades y los discursos torticeros de una clase política obsesionada con el poder y con el sentido posesivo de una patria que parece pertenecerles solo a ellos.

Los ciudadanos hemos ido asistiendo a este espectáculo mediático en el que se ha convertido la política, primero estupefactos pero luego, poco a poco, acostumbrándonos a un debate sobre lo accesorio que nos evita profundizar en lo importante, y es que la simplificación, el populismo y la desinformación están en pleno auge, porque es más fácil adoptar una idea que elaborarla, es más sencillo el camino del seguidismo que el de la libertad de pensamiento, es más seguro ser gregario que independiente.

El descaro se ha instalado sin aparente voluntad de retirarse, la vocación tranquila, sosegada y dialogante que también es patrimonio de nuestro pueblo, se ve reemplazada por esa otra faceta oscura de nuestro latino carácter que necesita la bronca, que hace del pesimismo bandera, que ahonda en la diferencia renegando de la semejanza, esa actitud que resta, que divide, tan nociva y que arraigo tan popular tiene.

Es esta una España inflada de nacionalismos de distintos signos; centralizadores, segregacionistas, de izquierda, de derechas, republicanos, monárquicos, totalitaristas…, todos ellos asentados en posicionamientos que fomentan la desemejanza, construcciones teóricas beligerantes que generan actitudes enfrentadas.

El nacionalismo se ha convertido en una excusa para la clase política, un refugio ideológico que les exime de llevar a cabo lo que debería ser su verdadero propósito: crear un proyecto de nación inspirado en la ciudadanía, para toda la ciudadanía, un verdadero proyecto que afronte la realidad de hoy pero también siente las bases del futuro, más allá del ciclo electoral de cuatro años al que se limita los intereses de los partidos por encima de la necesidad de los ciudadanos.

El verdadero reto político es desarrollar un proyecto de consenso que aúne voluntades entorno a un fin común, que represente y exprese la diversidad que somos, sin concesiones al reduccionismo imperante, con la mirada puesta más arriba, en un mundo que se debate en lo global y desde un país que es miembro integrante de un todo mucho mayor que las pequeñas parcelas de poder partidistas, empeñadas en reducir la pluralidad a símbolos que subrayan las diferencias.

5 comentarios:

bassho dijo...

Me sorprende la escritura sobre política. Es un ejercicio intelectual y social que exige una cierta visión global de la realidad y el entorno cívico. Por carácter no soy dado a reflexionar sobre esas cuestiones, pero básicamente estoy de acuerdo contigo.
Creo que la clase política es un reflejo de la clase social (a la cual pertenecemos)y que los políticos están contaminados por los deseos de poder, de medrar, de descollar sobre los otros... olvidando función y deber.

palabrerías dijo...

Tienes razón sobre el tema de este post, pero surgió como reflexión mas bien de orden social, como mirada hacia un espacio que siendo común, de todos, se ha convertido al menos en apariencia, en propiedad de unos pocos, será como dices que la política es un reflejo de nosotros mismos, cada vez más preocupados por lo material, por hacer de todo una propiedad privada.

bassho dijo...

LA VERACIDAD IMPLACABLE

Ante una consulta que realizo al “I Cing” me responde con un hexagrama que en resumen me anima a una “veracidad implacable”.
“La fuerza ante el peligro no se precipita... La fortaleza se manifiesta a través de una veracidad implacable. Únicamente cuando uno es capaz de mirar las cosas de frente y verlas como son...”
Sí, veracidad implacable. Mirar las cosas de frente para verlas objetivamente. Pero, primero, mirarse a uno mismo.
El vértigo de atreverse uno a mirarse a su propia cara por más que cueste, por más que nos avergoncemos, nos desilusionemos, nos enfurezcamos... Y entonces sí, seremos capaces de mirar de frente al resto de las situaciones, de las personas... y no caeremos en los continuos engaños y juegos de espejos.

palabrerías dijo...

Me recuerda otra cita del I Ching que surgió en una consulta hecha hace tiempo y que desde entonces me acompaña frecuentemente: "Quién se detiene al comienzo, antes de haber abandonado la verdad, encuentra lo debido", es como esa mirada interior previa a la observación del mundo que nos rodea, "el vértigo de mirarse a uno mismo".
Es cierto que la única forma de ver, es mirar desde lo interior para no caer en el engaño de lo aparente.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo en lo escrito en este blog, pero la critica a la politica, lo mal y lejana q esta de la gente, que se leventa día a día luchando por subsistir en un medio donde lo que menos importa en realidad es la gente como ser humano sino simplemente "la masa"; pasa por nuestra visión que es tan poco objetiva como el tratar de mirarnos a nosotros mismos, pues normalmente solemos ver solo lo que queremos.....pienso que solo hay una forma de empezar a cambiar todo esto y eso solo ocurrirá en la medida en que nosotros busquemos en nosostros mismos, que seamos capaces de dejar de ser "masa" para plantarnos frenta al vida con ideas propias y enseñemos a nuestros hijos a no tener miedo a ser diferentes, a ceer en nuesrtos sueños personales, no en lo que te enseñam y tratan de inculcarte este mundo moderno, que al parecer no va a ningun lado.....bueno porlo menos no a uno que a mi me guste.....