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18 de junio de 2007

Luz de estío

Atardece un sol de verano, turbio, brumoso, cálido,
anunciador de un largo y caluroso estío,
languidece el día resistiéndose a desaparecer.
Soles, en mi ventana soles, todos los soles;

soles de verano, de otoño, de invierno y de primavera,
soles de mi recuerdo y mi discordia,
soles de luz y de oscuridad.
Luces del final del día: luces amarillas, verdes, rosas, añil...,
luces diversas, coloristas como un tío vivo de feria.
Cae la luz y el sol, se oculta hoy anunciando el verano.

2 comentarios:

bassho dijo...

Manuales de fuga

Apenas la noche había dejado de ser tarde, y entre el verde y el azul nocturno comenzaba a desdibujarse el límite. Parecía que el brillo de un océano lejano se encaramaba a las ramas más arbóreas de las encinas, mientras los grillos, reposaban gritando subidos a las rocas del camino.
Circulaba por una carretera estrecha, atravesando comarcas casi incomunicadas, entre vegetación baja pero abundante, que exudaba un penetrante olor a romero impregnando el espacio de varios kilómetros a la redonda.
No recordaba exactamente dónde iba aquel atardecer de verano y sólo difusamente de dónde venía.
Hipnotizado, como todos, por la velocidad y su relación con el paisaje, que transcurría provocando la ruptura cotidiana y antigua del tiempo humano, divisaba a través del parabrisas las primeras estrellas que arriba brillaban limpias y solitarias.
Trazan caminos -llegó a pensar-. Pero lo que sintió, imperceptible, era que esas estrellas mostraban manuales de fuga.

bassho dijo...

Un ataúd fondea en la noche de un verano del año sesenta y pico. En el pueblo hay fiestas, huele a azahar. No sé quién a muerto: varias personas lo rodean y velan en pie, charlando animadamente.
Voces, sonidos, músicas trasiegan por todas partes. Una pareja se restriega suavemente sobre la sombra de una esquina de la pared de una iglesia. Camino de la mano de mi madre. Soy un tren expreso que viaja al infinito.