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29 de junio de 2007

Huida

Inconforme con la vida gris que propugnaba su fulgurante carrera profesional y la supranacional para la que trabajaba, recogió sus cosas, incluida la palmera que decoraba su despacho y se marchó en busca de una existencia más acorde con aquellos que cantaba su corazón, la mañana surgió así incierta pero luminosa aunque la tarde volvió a teñir de gris el cielo de su memoria.

Un gris austral, un gris netamente sureño se instaló de nuevo insistente, en el horizonte de su realidad, y los cantos de sirena de la inconformidad sonaron con fuerza no pudiendo sujetarlo ni las cadenas del bienestar, ni las bridas de la opinión, y así fue como dejó nuevamente empresa y compañía, porque la luz de su verdad brillaba con más fuerza que la plegaria de seguridad que dictaba la norma social.

Se fue haciendo un inconforme profesional, descubrió que la coincidencia es un milagro, comprendió que el camino andado en solitario era una sendero a contracorriente, que discurría entre los vertiginosos riscos de la contradicción. Apostó por seguir la tenue estela de lo que creía y no equivocar sus pasos hacia el espejismo gregario de la seguridad.

Y en el transcurso de su marcha comprendió, que aquella solitaria aventura, era sobre todo una huída de sí mismo y una necesidad de reconciliación universal brotó clara, profunda, incierta y turbadora. Un nuevo horizonte se abrió ante el, una página en blanco, más vertiginosa y abismal que todo el camino andado. Así fue como supo que había crecido, que sus decisiones le habían hecho avanzar por un camino desconocido, poco frecuentado, pero cierto, un camino hecho de si mismo y de todos aquellos avatares que le impulsaron, le empujaron, le retuvieron o le apoyaron en cada paso, así fue como descubrió la incertidumbre de si mismo, el sello inequívoco y vertiginoso que imprime la verdadera y necesaria aventura.

2 comentarios:

bassho dijo...

Hay un espacio mental, espiritual, habitado por todos aquellos que alguna vez saltaron su realidad de alguna manera, rompieron su opinión, siguieron su camino, se apearon (o montaron) en un relámpago en pleno fulgor... Hay un espacio donde el silencio es mil veces más poderoso que cualquier palabra, ya que ese silencio está construido por todos los términos que puedan ser dichos.
Nunca se te dará la bienvenida a dicho lugar, nadie saldrá a felicitarte por tu bravura y tenacidad... Pero el camino que has trazado queda marcado a fuego, a roca, como una herida que nunca se cerrará.

Sirenoide dijo...

Cuando seguimos nuestro propio camino solemos ser rechazados, malinterpretados y sojuzgados (a veces, cruelmente, por parte de los que más nos conocen y sentíamos cercanos).
Es realmente difícil no "morir en el intento", seguir con firmeza nuestro destino a pesar de las batallas internas (y externas) que hay que librar.
Esta "huida" que escribes es un encuentro con nosotros mismos, a veces doloroso porque nos enfrenta a lo que no nos gusta ver de nuestro interior, pero implica como bien dices un crecimiento, una madurez y una valentía que nos enfrenta a la vida con otros aires mucho más oxigenados y libres de ataduras materiales que nos ciegan a la verdadera esencia de la vida.
Gracias por estas palabrerías con las que me siento muy identificada. Es un auténtico placer leerte.